En cierto modo, es un 'salmorejo' sólido o el primo fuerte del gazpacho
No seré yo quien niegue que en la cocina española hay unas cuantas recetas que tienen nombres que tienden al chiste. Si bien hay algunas que se prestan a poca broma, hay otras denominaciones que pueden sonar a sainete.
El zarangollo murciano es una de ellas. Al que no se debe confundir con el zorongollo extremeño, pero no son las únicas. Hay algunas preparaciones típicas de Castilla-La Mancha como el atascaburras o el zanguango que también se prestan a sacarte una sonrisa.
Lo mismo que sucede con el cojondongo extremeño, que preparé hace unos días como ensalada para una parrillada veraniega y que, tras las cuatro risas iniciales, se convirtió en una sorpresa que, como es lógico, puede hacer cualquiera en casa.
De hecho, un amigo lo definió como un salmorejo sólido. Y no le falta razón, pues lleva pan duro, tomate, pimiento verde, pimiento rojo, un poco de ajo y cebolleta, huevo cocido y sal. Misterio en la compra, ninguno.
Tampoco lo tiene en la elaboración. Solo hay que remojar un poco de miga de pan del día anterior, ir cociendo unos huevos y, mientras tanto, preparar el resto de receta.
Pelamos unos ajos, los majamos en un mortero con un poco de sal y añadimos a hilo aceite de oliva virgen extra, hasta tener algo parecido a un alioli. Ahí añadimos la miga de pan remojada e incorporamos vinagre y agua fría, mientras majamos, hasta tener una salsa ligada ligeramente espesa que nos va a servir como vinagreta.
Aparte cortamos todas las verduras en cubos de tamaños similares, no muy grandes, para que sean fáciles de comer. Los mezclamos bien en un lebrillo o ensaladera, incorporamos el pan con corteza también en cubitos y vertemos el aliño del cojondongo, removiendo todo bien y rematamos con los huevos cocidos cortados en cuartos.
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