Hasta hace unos meses si alguien me hubiera preguntado que era el kuzu, le hubiera respondido que ni me sonaba ni nada. Ahora se que es uno de mis imprescindibles en la despensa.
Proviene de China y Japón y es el almidón de la raíz de la planta Pueraria lobata, una planta trepadora de crecimiento muy rápido, de la raíz se extrae el almidón de textura terrosa y color blanco.
Desde hace más de mil años, en la medicina tradicional oriental el kuzu se ha usado para bajar la fiebre, curar la gripe o para sanar problemas intestinales, disuelto simplemente en agua. En cocina, es un espesante que no da ningún tipo de sabor a la elaboración, se disuelve en parte del líquido en frío y se mezcla con el líquido caliente. Además está libre de gluten. Se usa una proporción similar a la de la maizena aunque la textura final del líquido es muy fina y para nada harinosa.
El problema que le veo al kuzu es su elevado precio que dificulta su implantación cómo espesante en la cocina. Una bolsa de 100 gramos la compré a unos 3 euros y medio.
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