Así es cómo unos molinos sacados del Quijote han acabado siendo la fachada de un Lidl

El supermercado, que no se encuentra en Castilla, ha reemplazado con éxito a un mítico restaurante de bodas, bautizos y comuniones

Lidl
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Como ha pasado con numerosas sucursales bancarias que se han reconvertido en tiendas de todo tipo al huir los bancos de la presencialidad, así ha pasado también en el sector de la alimentación, que ha conquistado plazas antiguamente consagradas a otros usos conservando viejas estructuras.

Uno de los casos más emblemáticos en la zona de Barcelona es el Lidl (noticia esta semana por acabar de inaugurar una tienda en la localidad madrileña de Colmenar Viejo) aposentado sobre uno de los restaurantes más icónicos de la ciudad, situado a su entrada, en el término de Esplugues de Llobregat durante décadas, dedicado a las bodas, bautizos y comuniones.

Inaugurado en 2019, este supermercado conservó la fachada de la antigua gloria del restaurante (protegida por el Ayuntamiento), muy mítica en la zona, y colocarse en su interior con la mínima intervención externa pese a ser su mayor tienda en España.

Se trata del edificio histórico de Los Tres Molinos, donde Lidl invirtió 15 millones de euros para convertir el restaurante en más de 1.600 metros cuadrados de superficie comercial, con 150 plazas de aparcamiento y una cincuentena de puestos de trabajo.

Tres molinos manchegos

Todo este edificio, hoy a pleno rendimiento (en una zona en crecimiento urbanístico y muy cercano al Hospital Sant Joan de Déu), no ha terminado de borrar la historia del restaurante que, con tres molinos de estilo manchego en su exterior, como los de El Quijote, estaba especializado en banquetes familiares desde 1961.

Este restaurante tenía salones privados, aparcamiento propio, zona ajardinada y terrazas al aire libre, y sus propietarios ofrecían banquetes y cenas de gala, almuerzos y cenas de trabajo y cócteles.

Molinos

Tal era la importancia de este restaurante que en 1984 sus tres molinos fueron catalogados como Bien Cultural de Interés Local. Sin embargo, la gloria del restaurante fue poco a poco a menos y en el 2011 cesó su actividad tras un intento fallido de convertirse en discoteca.

Este edificio se construyó durante la década de los años 50 sobre unos terrenos de 4.500 metros cuadrados en la entrada sur de Barcelona. Primero fue propedad de la empresa Fuerzas Eléctricas de Catalunya, pero después, el promotor Santiago Soteras alquiló el local y lo reformó, dándole forma a los molinos.

De torre a molino

En un encargo al arquitecto Climent Maynés, la cubierta del edificio se proyectó con tejas árabes, y un primer molino nació de la reforma de una torre de planta cuadrada.

En concreto, el arquitecto decidió dar forma de molino a una torre cuadrada que él mismo había transformado en cilíndrica. Fue más adelante cuando se proyectaron los otros dos, dotándose todos de aspas de madera con cubierta de paja.

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Desde su construcción en 1960 el edificio empezó su andadura como sala de fiestas. Se bautizó como Budapest, aunque también se llamó Las Acacias y Sacha. No obstante, una vez se dotó de esta impresionante fachada para la época, pasó a ser el icónico restaurante Los Tres Molinos (entre 1961 y 2011) donde muchas generaciones de barceloneses celebraron sus ritos civiles.

Foto | Joana Costa

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