Como he sido un niño bueno, este año los Reyes me han traído una vinoteca doméstica Saivod de doce botellas, y estoy más que encantado.
Yo no soy un consumidor demasiado exagerado de vino, y tenía un pequeño problema cada vez que abría una botella y nadie me acompañaba para darle su merecido: tenía que cerrarla hasta volver a usarla y no tenía un sitio donde conservarla.
Ahora estoy feliz porque el vino se mantiene a una temperatura constante y adecuada, y corro menos peligro de que se me eche a perder o pierda calidad y propiedades. El funcionamiento es mucho menos complicado que el de un juguete de preescolar y el mantenimiento es cómodo y sencillo.
Lo malo es el precio, como en casi todo lo que te hace la vida más agradable, pero el abanico es muy amplio tanto en el aspecto económico como en la capacidad de la vinoteca (la de la foto es para 46 botellas, por ejemplo) .
En fin, que yo os recomiendo, si os gusta el buen vino e invertís una pequeña cantidad en daros ese gustazo, que os hagáis con una vinoteca... Lo malo es que podéis acabar incrementando el presupuesto del vino con esto de tener dónde guardarlo, pero como reza el dicho, sarna con gusto no pica.
En Directo al Paladarl La nevera para vinos Un pequeño bodeguero