Con la llegada del frío, los abrigos regresan triunfantes y los jerséis se multiplican como si alguien los regara por la noche. De pronto, el armario se convierte en un campo de batalla donde las prendas se apelotonan, las perchas tiemblan y el espacio parece encogerse sin explicación.
Pero, como recuerdan la propugnada filosofía del orden japonesa, el problema no siempre está en el tamaño del armario, sino en la forma de usarlo. La mentalidad de guardar todo colgado no es precisamente la más eficiente, y por eso el método oriental propone un enfoque distinto: doblar para ganar metros.
El llamado truco japonés consiste en replantear el espacio vertical del armario y aplicar un plegado meticuloso, casi ceremonial. El objetivo no es solo ahorrar sitio, sino también mantener las prendas accesibles y sin arrugas, algo que los nipones consideran una forma de respeto hacia la ropa.
Doblar los abrigos como si fueran jerséis
Según este método, los abrigos no necesitan vivir eternamente colgados. Basta con plegarlos con cuidado, creando rectángulos compactos que puedan guardarse en baldas o cajas de tela. De esta forma, cada abrigo ocupa una fracción del espacio y se evita el colapso de las barras metálicas.
El secreto está en que, al doblarlos de manera vertical, se pueden apilar sin que se deformen. Este sistema permite ver todas las prendas de un vistazo y evita el clásico efecto túnel de los armarios saturados, donde siempre terminamos usando lo mismo.
Guardar según frecuencia de uso
Otra clave del método japonés es la rotación por uso. Los abrigos más ligeros o de entretiempo deben quedar a la vista, mientras que los más gruesos pueden almacenarse en la parte baja del armario o en fundas de tela transpirable. Así se logra optimizar el acceso diario y mantener el orden por más tiempo. Cuando llegue el frío severo ya los sacaremos.
Además, esta técnica invita a hacer una revisión rápida antes del invierno: ¿todos los abrigos son realmente necesarios? Guardar bien implica también despedirse de lo que no usamos, una práctica que libera espacio físico y mental.
Aprovechar el espacio oculto
El truco se completa aprovechando los huecos olvidados: la parte superior del armario, debajo de la cama o los altillos del pasillo. Con cajas de almacenaje y bolsas al vacío se pueden ganar metros invisibles sin renunciar al orden.
Y lo mejor: este sistema no requiere comprar muebles nuevos, solo una forma diferente de mirar el espacio. La eficiencia japonesa demuestra que un armario organizado no depende del tamaño, sino del método.
El truco japonés para guardar los abrigos no es solo una estrategia de almacenamiento: es una pequeña filosofía doméstica. Enseña a convivir con menos caos, a doblar con propósito y a descubrir que, a veces, el orden también calienta.
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