Restaurante La Masía de José Luis

Hace unos días vino mi suegro de visita a casa. Nos apetecía salir a comer una buena carne y después de barajar varias opciones nos decidimos por La Masía de José Luis. Situado en el recinto ferial de La Casa de Campo, se llega en cinco minutos desde el centro de Madrid y permite desconectar del ruido, de los coches y de las prisas.

La Masía se reinaguró en 2003 y cuenta con un inmenso jardín, que rodea todo el edificio. La decoración corre a cargo de Pascua Ortega y desde que abres la puerta te hace sentir como en casa (aunque ya me gustaría a mí una casa tan grande): alfombras, sillones confortables, cojines y cálidas cortinas. Me gustó mucho la amplitud de los salones, que permite la intimidad en las mesas e incluso pusimos el carrito de mi bebé en un lado de la mesa y no obstaculizaba el paso.

De aperitivo nos trajeron una selección de entrantes compuesta por un pinchito de la famosa tortillita de patatas de Jose Luis sobre pan, una cucharita con un tomate cherry y una deliciosa anchoa con vinagre de Módena y un vasito con queso curado en aceite de oliva.

Nos gustaron tanto que pedimos para compartir la famosa tortillita de José Luis, una plato de anchoas del Cantábrico con sus tostas y verduritas asadas y un plato de jamón ibérico, sencillamente impresionante.

De segundo pedimos un solomillo braseado con patatas asadas y setas silvestres, un conjunto donde convinaban a la perfección los sabores y aromas.

Además un lomo de carne roja a la sal gorda marina. Carne con un gran sabor, y sobretodo destacar que los puntos de las carnes estaban perfectamente conseguidos. Sin duda la mano de un gran cocinero estaba detrás.

De postre pedimos tarta de crema de limón. Me pareció que estaba sobre una base de almendras, una generosa crema de limón con el punto justo de acidez, que contrastaba con la dulzura del merengue. Realmente, y yo no soy gran amante de las tartas, estaba deliciosa.

Por último, pero sin duda lo más importante, no quiero que se me olvide mencionar el amabilísimo trato y la simpatía de los camareros. Da gusto ir a restaurantes así, os lo recomiendo para una ocasión especial. Eso sí, reservad antes de ir, especialmente los fines de semana.