Un estudio desvela cómo Coca-Cola fundó un instituto científico para influir en el debate sobre la obesidad

Un estudio desvela cómo Coca-Cola fundó un instituto científico para influir en el debate sobre la obesidad
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Son numerosos los estudios que han revelado la forma de proceder de la industria alimentaria a la hora de incidir en el debate científico en cuestiones nutricionales, el más notable el que hace poco más de un año destapó las tretas del lobby del azúcar en los años sesenta para influir en las recomendaciones nutricionales.Pero normalmente se refieren a tiempos pretéritos.

Un nuevo ensayo publicado en el Journal of Epidemiology & Community Health (perteneciente al prestigioso British Medical Journal) asegura, no obstante, que Coca-Cola se ha dedicado estos años a “desviar el debate sobre la obesidad en su guerra contra la salud pública”. ¿Cómo? Financiado institutos de investigación o sociedades científicas que sirven a sus intereses.

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Si bien la financiación de la industria a determinados institutos o sociedades científicas es de sobra conocida, y sus investigaciones son públicas, lo cierto es que, como señalan los autores del estudio, ha habido poco acceso a los documentos internos de la industria en los que se explicara este tipo de estrategias. Hasta ahora.

La organización de consumidores US Right to Know –que firma en parte el ensayo–, ha logrado hacerse con el documento en el que Coca-Cola se plantea la creación del Global Energy Balance Network (GEBN). Existen varias instituciones de este tipo (cuya financiación Coca-Cola revela públicamente desde 2015), pero en concreto el ensayo, firmado por investigadores estadounidenses, británicos e italianos, apunta a que Coca-Cola no solo financió a este instituto: fue una creación suya.

Ciencia fantasma

En agosto de 2015, The New York Times reveló como Coca-Cola había gastado 1,5 millones de dólares para financiar el GEBN, una institución cuyo principal cometido era diseminar mensajes sobre la obesidad enfocados a destacar el papel del balance energético.

Esta es en realidad la teoría que ha moldeado las recomendaciones nutricionales desde los años 50, en torno a la idea de que somos gordos porque comemos más de lo que quemamos. Según esta máxima, podemos comer lo que queramos siempre que hagamos el suficiente ejercicio: no hay alimentos malos ni buenos, solo más o menos calorías.

Hoy sabemos que el balance energético no es lo único que explica la obesidad, y puede que ni siquiera sea lo más importante. En muchos casos, la obesidad tiene que ver con el funcionamiento de las hormonas y el sistema endocrino, que conducen a una acumulación excesiva de grasa en determinadas zonas del cuerpo, asociada en gran medida a una excesiva ingesta de carbohidratos.

Esta idea, que cuenta cada vez con mayor evidencia científica, es la que Coca-Cola quiere combatir, pues apunta a la conveniencia de reducir al mínimo el consumo de uno de los principales ingredientes de sus productos: el azúcar.

Obesidad

¿Se puede financiar sin alterar los resultados?

Cuando apareció el reportaje de The New York Times, como explican los autores del estudio, la industria alimentaria se defendió asegurando que la financiación de estudios científicos no implica que los receptores tengan que seguir a pies juntillas sus interesas corporativos.

La propuesta de creación del nuevo instituto fue adjuntada a un correo electrónico enviado por Rhona Appelbaum, ex Directora de Salud y Ciencia de Coca-Cola, a un pequeño grupo de académicos el 9 de julio de 2014. Los correos electrónicos muestran cómo Coca-Cola intentó usar GEBN para replantear la obesidad como una cuestión de abordar el “equilibrio energético”; retratar a la GEBN como un “agente honesto” en el debate sobre la obesidad; y promover estrategias de reducción de la obesidad acordes con los intereses de Coca-Cola mediante una extensa campaña de promoción.

“La propuesta de Coca-Cola retrata los intereses de la salud pública como algo que va en conflicto con sus propios intereses”, apuntan los autores. “Esto es evidente en la propuesta en la medida en que se argumenta que la ciencia del ‘balance energético’ puede ser desarrollada como un ‘arma’ en ‘la guerra creciente entre la comunidad de salud pública y la industria privada’ en torno a la obesidad”.

La estrategia de la compañía de Atlanta, explican los autores, “ha sido promover una narración que desafiara la idea de que la dieta desempeña un papel preponderante en la lucha contra la obesidad”. La GEBN debía, pues, ofrecer “soluciones alternativas”. Básicamente, insistir en la idea de que lo importante para mantener un peso saludable es hacer deporte, no tanto hacer dieta.

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Un instituto “independiente”

En el documento filtrado, Coca-Cola insiste en la necesidad de que el GEBN sea “lo más independiente que sea posible”. Quizás lo más grave es que Coca-Cola propuso a los científicos que “facilitaran el surgimiento de nuevas ideas dentro de la ciencia del balance energético”. Esto se basaría en su experiencia previa para “contratar expertos ... que aborden los problemas de manera diferente”.

La propuesta para crear el GEBN pone un énfasis sustancial en la estrategia de comunicación. Esto abarca una plétora de actividades políticas que formarían “una campaña de incidencia multianual” para trasladar un claro mensaje: el balance energético es la única teoría que tiene sentido para abordar la obesidad. Esto incluía reuniones con políticos y científicos, pero también una campaña para “enseñar a los profesionales de salud como abordar la obesidad”.

Por último, y no menos importante, el texto apunta a la necesidad de educar a los “periodistas de salud y bienestar” y a los “blogueros nacionales sobre salud y actividad física”. Entre las actividades propuestas se incluyen talleres, cursos, conferencias… En última instancia, Coca-Cola quería que el GEBN se convirtiera “en el lugar al que van los medios para recibir un comentario sobre cualquier problema de obesidad”.

“Un análisis detallado de la propuesta de Coca-Cola para establecer el GEBN corrobora las preocupaciones de largo recorrido sobre la participación de la industria alimentaria en las organizaciones científicas y su similitud a los esfuerzos de la industria del tabaco para arrojar dudas sobre los vínculos entre fumar y el cáncer”, concluyen los autores del estudio. “Los comentarios de los involucrados en GEBN también muestran una visión poco equilibrada, como cuando uno de sus miembros principales dice que ‘prácticamente no hay evidencia convincente’ de que la comida rápida y las bebidas azucaradas contribuyen a la obesidad, a pesar de la extensa evidencia existente de lo contrario”.

Imágenes | Pixabay
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