Si quieres ahorrar, no compres precocinados

Si quieres ahorrar, no compres precocinados
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Si quieres ahorrar, no compres precocinados. Parece algo obvio que todo el mundo debería saber, pero por lo visto no. Ayer, sin ir más lejos, en el programa Comando Actualidad de TVE, estaban acompañando al supermercado a un chica en el paro, que vive de lo que le deja su abuela pensionista, y me quedé fascinado de lo que compraba teniendo en cuenta el poco dinero del que disponía.

Uno imagina que compraría pan, leche, patatas, huevos, arroz, pasta, legumbres, harina, verduras y algo de carne para poder preparar platos nutritivos y económicos, pero no. En su carro fue metiendo una pizza congelada, nuggets congelados, patatas fritas congeladas, bollería industrial, dos tetra bricks de caldo de pollo y aunque no viene al caso, también agua embotellada.

Desde luego, no es precisamente una compra hecha pensando en ahorrar dinero. No es que yo haya pasado penurias económicas, pero hubo un tiempo en que mi presupuesto era ajustado, y ni me acercaba a la sección de precocinados --tampoco es que me acerque mucho ahora, porque no me gustan, pero eso es otro asunto--, el arroz y la pasta eran mis mejores amigos, nada de pizzas congeladas y otras marranadas para comer con prisas, cuando tiempo era precisamente lo que me sobraba.

La verdad es que me ha dejado un sabor amargo ver cómo ha arraigado en nuestra sociedad esta mala costumbre de la inmediatez y dejadez en la cocina hasta el punto de que ni siquiera podemos desprendernos de ella cuando las cosas vienen mal dadas y la realidad debería obligarnos a cambiar nuestros hábitos por aquellos que nunca deberíamos haber perdido.

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