Tendríais que haber visto la cara de mis hijos cuando vieron estas croquetas de calamar en su tinta y les dije cuál era su ingrediente principal. Vamos, que no hizo falta ni que protestaran para saber que la comida no les apetecía demasiado. Pero fue probar la masa, obligados eso sí, y cambiaron enseguida de opinión. Están deliciosas.
Nos gustaron tanto que las voy a hacer más veces, así no habrá discusión sobre si se quieren o no las patas del calamar, pues como va todo picadito no se nota. Eso sí, cuanto más tiempo guardéis la masa en la nevera antes de formar las croquetas mejor, pues fría es mucho más manejable que recién hecha.
Empezamos picando menuda la cebolla, el pimiento y troceando pequeño el calamar. Calentamos un poco de aceite en una cazuela y doramos la cebolla hasta que quede transparente. Añadimos el pimiento y cuando esté todo ligado agregamos el calamar troceado y le damos unas vueltas hasta que se haga.
Incorporamos la tinta del calamar a la bechamel y después esta al sofrito anterior. Rectificamos de sal y pimienta, removemos bien y reservamos en la nevera una hora como mínimo, para que la masa endurezca. Después la sacamos y formamos las croquetas. Las pasamos por harina, huevo batido y pan rallado y las freímos en abundante aceite caliente.
Con qué acompañar las croquetas de tinta de calamar
Estas croquetas de tinta de calamar son apropiadas tanto para servirse como aperitivo, en cuyo caso se le puede dar forma más pequeña, o como entrante acompañadas con una ensalada verde. Pueden recalentarse, pero lo ideal es servirlas justo después de freírlas, pues calientes y recién hechas es como están mejores.
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