Se resiste el invierno a darnos tregua y toca responder a la altura con artillería de primer nivel. Aunque hace unas semanas pensásemos que los días de frío tenían fecha de caducidad, esta semana nos ha hecho desempolvar los abrigos y también acudir al recetario en busca de calor de hogar.
Y lo encontramos. ¡Y vaya que sí! A costa de una de las recetas más icónicas de la cocina catalana, todo un clásico de la alta montaña y del Pirineo, que no es otra cosa que el trinxat de la Cerdanya, un plato de orígenes muy rurales con un aprovechamiento total que es barato, fácil, nutritivo y, sí, también está buenísimo.
No tiene ni ciencia ni misterio, más allá de que elijamos bien los pocos ingredientes que tiene este contundente plato que lleva patata y berza (o col, o repollo, ya depende cada uno de cómo lo llame, ajo, panceta y aceite de oliva.
Pocos milagros se pueden montar con este festival que sirve como plato único, debido a su contundencia, y que no exige prácticamente ningún talento en cocina, más allá de mimar mínimamente la panceta y que, como su nombre indica, lo 'trinchemos' a conciencia.
Lo único que hay que hacer es cocer las patatas en abundante agua con sal, mejor enteras y sin pelar, que ya sabéis que las patatas si se cuecen peladas y en trozos absorben demasiada agua. Justo lo que queremos evitar en el trinxat, que queremos que la patata quede cremosa y sabrosa.
Aparte, habrá que coger unas cuantas hojas de col al gusto. Hay gente que prefiere el trinxat de la Cerdanya con más col o con más patata, eso queda a vuestra elección. Una vez los dos ingredientes principales están cocidos sólo hay que picarlos. Mejor la col a cuchillo y el puré de patatas con un aplastapatatas.
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Después salteamos unos ajos en una sartén con aceite y, una vez dorados, los retiramos y freímos allí la panceta cortada en trozos hasta que quede crujiente. Retiramos la panceta y usamos esa grasa y aceite para volcarlo sobre la col y la patata, reintegrándola a la sartén y cuajándola ligeramente como si fuera una tortilla, coronando la mezcla con la panceta frita y los ajos laminados.
Finca La Garriga 2018, Bodegas Perelada. DO Empordà
Todo un festival gastronómico que, si estáis abiertos a sugerencias, os recomiendo acompañar con un vino tinto del Empordà como es este Finca La Garriga, uno de los emblemas de Bodegas Perelada, y que reúne un perfil muy carnoso y jugoso, fiel a la variedad samsó (la cariñena, en otras partes de España) y que resulta perfecto para acompañar platos de invierno.
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