Jaime de las Heras
Editor SeniorNo conozco a nadie que le guste hacer maletas, pero es un mal aparentemente necesario en nuestros tiempos. Si no es por gusto, va a ser por trabajo, pero todos nos enfrentamos a hacer maletas a lo largo del año, generalmente en verano o en invierno, y todos, generalmente, cometemos el mismo error.
Un error que nos quita espacio, dificulta el reparto de la clásica maleta de mano –sí, esa que nos dejan llevar en aerolíneas como Ryanair dentro del avión– y que en invierno se lleva peor que en verano: meter zapatos en la maleta.
De hecho, yo no he llegado a esta conclusión hace tanto tiempo, pero tengo más que claro que meter un par de zapatos (o calzado, llámalo como quieras) en una maleta es lo más importante ante cualquier eventualidad donde vayas a llegar.
Otra cosa es que nos moleste que ocupen espacio, pero siempre va a ser más importante un imprevisto con un zapato que con un pantalón, una falda o una camisa. Y a eso, como digo, puedo acreditar una experiencia de más de 100 maletas hechas al año –si contamos la ida y la vuelta del viaje–.
Así que lo mejor que puedes hacer, teniendo en cuenta que metas un par de zapatos extra en tu maleta, es que tus zapatos nunca vayan juntos. Sí, has oído bien: no los llevas en la misma bolsa, ni solapados, ni suela con suela, porque lo único que vas a conseguir es que se coman prácticamente un tercio o, dependiendo del tipo de calzado y de tu pie, la mitad de uno de los compartimentos de la típica maleta doble que todos solemos usar.
Mi recomendación no es solo que separes los zapatos y lleves cada uno de ellos en una de las partes de la maleta, sino que también los pongas en vertical –nunca en horizontal–, buscando siempre que la parte más ancha del calzado no acabe generando deformidades en el resto de la maleta.
Es decir, ponlo a lo largo y no a lo ancho, y haz que cada uno de ellos vaya en una mitad de la maleta. De esta manera, además, puedes aprovecharlos para incluir calcetines dentro de ellos y, sobre todo, no le vas a meter un enorme bocado a tu maleta quitándole un cuarto de su espacio con un par de zapatos que, además, suelen ser más rígidos que el resto de tu ropa.
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