Ni el lince ibérico ni el oso pardo. El animal más amenazado de España es el urogallo cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus). Esta especie, otrora común por toda la cordillera Cantábrica, sobrevive hoy solo en pequeños reductos montañosos de las provincias de Asturias y León.
La especie es una de las únicas nueve consideradas en “situación crítica” de España; y de la que hay menos ejemplares si exceptuamos el alcaudón chico (Lanius Minor): una especie que está a punto de desaparecer en España, pero, a diferencia del urogallo cantábrico, es muy común en otras partes de Europa.
La caza del urogallo está totalmente prohibida desde 1979, pero durante la primera mitad del siglo XX se capturaron tantos que sobrevive hoy a duras penas. Y, lo que es peor, a diferencia de otras especies en peligro de extensión, las poblaciones de urogallo siguen descendiendo pese a los esfuerzos de los conservacionistas.
Una investigación de 2022 aseguraba que solo quedaban ese año 191 ejemplares en España: esto supone una disminución del 83% con respecto a los que había en la década de los 70 del pasado siglo, antes de que se protegiera. Si bien es cierto que en 2024, ultimo año de los que hay datos –recientemente publicados–, se alcanzaron los 209 ejemplares, su recuperación es, siendo generosos, modesta.

Un problema de endogamia
El problema no son ya los cazadores (a los que, aún actuando de forma furtiva, les costaría encontrar ejemplares), si no la deficiente variedad genética de los ejemplares que quedan.
Como los machos reproductores se consideraban un importante trofeo, pese a la prohibición de su caza hace ya 46 años el urogallo fue condenado irremediablemente a la endogamia. Y se han quedado con las características genéticas menos adecuados para prosperar.
Además de tratar de conservar su ecosistema y reducir la presión de sus depredadores naturales –especialmente la marta–, los investigadores están tratando de ampliar la variedad genética de la especie criando urogallos en cautividad, con capacidad reproductiva, que puedan repoblar los bosques. Este “rescate genético”, como explica José Pichel en El Confidencial, consiste en introducir ejemplares nuevos procedentes de otras poblaciones europeas que, con unos genes distintos, puedan revitalizar la población cantábrica.
Uno de los organismos dedicados a esta actividad, el Centro del Urogallo, situado en Caboalles de Arriba (Villablino, León), ha inaugurado recientemente un voladero de urogallos dónde, además de criar la especie, permite a los visitantes conocerla.
La comarca de Laciana, junto con las de Alto Sil o Omaña, acogen en la actualidad en torno a un 80% de los menos de 300 ejemplares que quedan en toda España, estando el resto en zonas de Asturias. Pero es la única que permite a los turistas conocer al urogallo. Eso sí, con muchas precauciones.
Como explica Luis Álvarez en iLeón, a los visitantes se les pide que guarden el máximo silencio posible durante la visita, pongan en silencio sus teléfonos y no utilicen los flases de los móviles, para no molestar a los animales. Los recintos en que se encuentran las aves están también insonorizados, con micrófonos que permiten a los asistentes escuchar lo que sucede en el interior, pero aislarles a ellos: si coincide en época de celo, es posible, incluso, escuchar el característico canto de los machos.
Para conocer de cerca al urogallo es obligatorio reservar con antelación en el teléfono 987490107. Solo se atiende en fin de semana.
Imágenes | Javier Montes
En DAP | Este árbol en un hayedo en León suma varios siglos y tiene bruja incluida