El Museo del Jamón se concentra en manos de una sola rama familiar, con planes para llevar el mítico bar “más allá de Madrid”

La enseña madrileña moderniza su marca, digitaliza su gestión y prepara su salto internacional

Museo Del Jamoin
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Joana Costa

Editor

Hay iconos que parecen eternos, pero que saben cuándo mover ficha. El Museo del Jamón, esa institución tan madrileña como un café con porras en la Plaza Mayor, acaba de acometer una profunda reestructuración valorada en más de tres millones de euros, según ha comunicado la empresa. 

No se trata solo de un lavado de cara, sino de un ambicioso plan para modernizar su gestión, actualizar su imagen y preparar su desembarco fuera de nuestras fronteras.

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Fundado en 1978 por Marcelo Muñoz, el grupo hostelero se ha convertido en una especie de termómetro popular de la gastronomía madrileña. En sus vitrinas conviven turistas curiosos y vecinos fieles, unidos por un mismo reclamo: un buen jamón ibérico a precios razonables.

Ahora, la tercera generación familiar ha tomado el mando con un objetivo claro: consolidar la marca dentro y fuera de España. El movimiento más significativo ha sido la compra del 50% de la empresa que estaba en manos de la otra rama familiar. 

Con ello, los hermanos Muñoz Sánchez pasan a controlar el 100% del grupo. Esta operación, según la compañía, refuerza la cohesión y da estabilidad al proyecto, que busca adaptarse a un mercado cada vez más competitivo y globalizado.

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La inversión ha sido financiada con recursos propios y se ha centrado en reforzar los pilares del grupo: nuevas oficinas centrales de 500 metros cuadrados en la Avenida de Córdoba, en Madrid; un equipo de 300 personas con incorporaciones estratégicas; y una nueva identidad visual más acorde con los tiempos. 

Todo ello va acompañado de una digitalización profunda, con nueva web y sistemas de gestión actualizados. Para su nueva etapa, el Museo del Jamón ha contado con la consultora Boiling Minds, especializada en gastronomía y operaciones. 

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Juntos han trabajado en una nueva carta de valor y en la mejora de procesos internos que permitan al grupo competir con garantías en mercados internacionales. El objetivo no es solo abrir locales, sino llevar la experiencia del jamón español —su cultura, su sabor y su iconografía— más allá de la Gran Vía.

Luis Muñoz, representante de la tercera generación, resume el espíritu de esta renovación: "Queremos llevar el Museo del Jamón más allá de Madrid, consolidar nuestra posición en España y abrirnos al exterior, siempre con el jamón como protagonista", asegura.

El grupo facturó el año pasado alrededor de 30 millones de euros entre sus siete locales madrileños, una cifra que demuestra que el concepto sigue vivo. Pero el verdadero reto no está en los números, sino en mantener ese equilibrio tan difícil entre tradición y modernidad, entre el bocadillo de jamón y la experiencia 360 de la nueva era digital.

Hay algo casi poético y castizo en que un lugar tan ligado al Madrid más cotidiano aspire a convertirse en embajador internacional del jamón español. Porque si algo demuestra esta nueva etapa es que el Museo del Jamón no es un museo en absoluto: está más vivo que nunca, dispuesto a seguir colgando patas allende.

Foto | Museo del Jamón / Pexels

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