El calor extremo, provocado por el cambio climático, unido a las lluvias torrenciales, está poniendo en jaque la labor de los mariscadores en nuestro país. Desde hace años, los fondos marinos gallegos, particularmente en la ría de Arousa, están avisando de que la situación empieza a ser insostenible en la que fuera la ría más rica en marisco de toda Galicia.
Y si en 2021 las pérdidas se cifraron en 10 millones de euros, la cosa no pinta nada bien después de las olas de calor que estamos sufriendo en todo el país y que están afectando especialmente a los mariscos de la costa atlántica.
¿Qué es lo que pasa exactamente?
Según los expertos, lo que ocurre es que el calor extremo genera un descenso de oxígeno en el agua, y esto provoca la muerte de algunas especies. Y ojo porque no es un problema exclusivo de la costa gallega, en el Mediterráneo y en el Delta del Ebro ocurre tres cuartas partes de lo mismo, de ahí que los mejilloneros y los mariscadores de estas áreas estén reclamando medidas urgentes.
Así lo confirman mejilloneros de la zona del Delta del Ebro, que sostienen que llevan tiempo viendo que la mayoría de los mejillones que recogen están muertos. Y, por supuesto, es un hecho que la temperatura del agua está subiendo. Sólo hay que ver que antes difícilmente se alcanzaban los 28 o 29 grados de máxima, mientras que ahora se está llegando a los 30.
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Concretamente, escasean de forma alarmante especies como la almeja babosa, que es una de las más cotizadas. En este sentido, cabe recordar que en 2021 se capturaron 158 toneladas, mientras que la media de los últimos 20 años se sitúa en las 547 toneladas, según los datos recogidos por la Plataforma Tecnolóxica da Pesca, dependiente de la Consellería do Mar. Y algo parecido ocurre con el berberecho, que pasó de ser la especie principal a casi desaparecer de la ría. En este caso, el año pasado se recogieron 165 toneladas, un 77% menos que la media histórica.
En A Pobra do Caramiñal, en la ría de Arousa, en pleno Atlántico, hay otra preocupación añadida, que tiene que ver con las lluvias torrenciales. Y es que estas puedan terminar arrastrando a la ría las cenizas del reciente incendio forestal de Boiro. Un episodio que para ellos no es nuevo, porque ya lo vivieron en 2006, y que es una muestra más de los estragos que está causando el cambio climático.