La Trappe Witte Trappist. Cata de Cerveza

Tras probar la deliciosa Sagra blanca de trigo, me quedé con ganas de catar una witbier al uso, y como la Hoegaarden la tengo ya muy vista, me decanté por La Trappe Witte Trappist, la única cerveza blanca trapense.

Las cervezas trapistas o trapenses soy similares a las de abadía, solo que son elaboradas en monasterios trapenses --¿lógico, no?--, principalmente en Bélgica, aunque esta en concreto es de un monasterio holandés.

Diseño y aspecto

La botella se presenta con una etiqueta de la que enseguida reconocemos su forma de arco ojival, típico de las ventanas de los monasterios. Las letras recargadas del nombre, como de manuscrito antiguo, y un logo con una gran W ornamentada, que se refiere a que estamos ante una witbier, completan su aspecto de cerveza trapense.

Vertida en la copa presenta un color dorado pálido muy bonito. Me esperaba que fuera más turbia, porque era casi cristalina, aunque igual ha influido ser de segunda fermentación en botella y haberla reservado demasiado tiempo en la nevera.

La espuma es blanca como las sábanas al sol, abundante y generosa, pero tampoco muy persistente --otras veces que la he probado sí lo era--. El carbónico es fino y abundante, se puede apreciar como corretean las pequeñas burbujas por el borde de la copa.

Nota de Cata

En nariz es fresca y especiada, notas dulces como a plátano, manzana y cítricos, combinadas con algo de clavo quizás. Muy agradable, aunque no tan aromática como la mencionada Sagra.

En boca entra dulce, aunque no en exceso, sigue siendo frutal y cítrica, con el característico toque especiado de las cervezas trapenses. Tiene un cuerpo medio y sedoso. Hacia al final, más que amarga, se torna ligeramente ácida y seca, lo que invita a disfrutar del siguiente trago.

A pesar de ser una cerveza de trigo y de sus notas dulces, estamos ante una cerveza más bien refrescante, pero muy equilibrada, perfecta ahora que empieza a asomar el sol entre las nubes y la primavera llama a la puerta.