El arroz es una de las bases de la alimentación mundial y su importancia es tal que se encuentra en el segundo lugar por detrás del maíz en cuanto a consumo.
Originaria del sudeste asiático, es una planta herbácea anual, y como tal, requiere de una cosecha que suele tener lugar entre agosto y septiembre en nuestras latitudes. Esta actividad es la protagonista de planes como Arroz Experience, en el Delta del Ebro; el Museu d'arròs Molí de Rafelet en la misma zona, y La Torra – Centro de Interpretación del Arroz.
Experimentar el ciclo productivo
La Arroz Experience es una actividad relacionada con el ciclo productivo de este cereal, y que quiere divulgar entre los participantes los grandes momentos de su producción, como la plantación, siega y secado de la mano de actividades participativas como artes de pesca ancestrales, barcas de perchar y juegos tradicionales.
La actividad tiene lugar en el Parque Natural del Delta del Ebro y se propone descubrir una zona con mucha identidad con sus peculiaridades, sus costumbres, sus tradiciones, su gente, su gastronomía y con un entorno con una gran riqueza de fauna y paisaje.
El Museu d'Arròs Molí de Rafelet consiste en visitas guiadas al molino donde se explica a los visitantes el cultivo del arroz, el secado al sol, cómo entra el arroz al molino y cómo pasa de la cáscara a integral y finalmente a blanco. Al finalizar la visita, se entra en la sala de envasado donde se explica cada variedad de arroz y para qué plato culinario sirve.
Para completar la experiencia, puede visitarse en la población de Camarlés La Torra – Centro de Interpretación del Arroz, un centro divulgativo que recupera el antiguo molino de la cooperativa del municipio para, también, rendir homenaje a quienes han trabajado en este ámbito.
Cultivo de hace más de 10.000 años
Pero, ¿qué sabemos del arroz? Su cultivo se atribuye a China hace más de 10.000 años, y se extendió por India, Indochina y Japón, hasta llegar a la Península Ibérica en el siglo XII, en concreto a la zona de la actual Andalucía.
Actualmente, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en España las regiones productoras más importantes se encuentran en Andalucía, Extremadura, Cataluña, Valencia y Aragón.
Su distribución está muy localizada en zonas con elevada salinidad y zonas “como deltas y marismas pertenecientes o próximas a parques naturales, y con suelos que sufren problemas de encharcamiento”.
Una inundación necesaria
El arroz es una planta semiacuática y para su desarrollo necesita de un mínimo de humedad, de manera que es necesario que allí donde esté plantado haya cierta inundación en los campos.
Uno de los retos en la producción del arroz es precisamente la gestión del agua y el control de esta humedad constante, lo que sin duda ha configurado paisajes como los del Delta del Ebro que hoy se pueden descubrir.
La producción del arroz tiene algunas curiosidades especialmente significativas antes de la existencia de la maquinaria, que actualmente ha permitido mecanizar desde la siembra hasta la cosecha.
En el pasado, los plantones ya ligeramente desarrollados a unos 20 centímetros, se llevaban a los arrozales para la plantada, para ser repartidos en líneas con carrets de garbejar (carritos específicos) para plantarlos por líneas, según explica Fernando Sendra en su libro ‘El conreu de l’arròs a la marjal Pego-Oliva’. Hoy en día, las técnicas son más sofisticadas.
Al trabajar encorvados y dentro del agua, los plantadores vestían unas icónicas fajas que les protegían la espalda. Como indumentaria, también llevaban una especie de dedales para proteger sus manos de una constante exposición al agua, detalla Sendra. En los pies llevaban unos trapos para protegerse de las picaduras de las pulgas de agua y las sanguijuelas.
Durante los meses de verano, la principal misión de los agricultores era (y sigue siendo) el control del nivel del agua, la eliminación de las malas hierbas y el abonado constante del terreno, hasta llegar a la cosecha. También, la necesidad de alejar a los pájaros, ávidos consumidores de estas semillas.
Es a finales de agosto, o primeros de septiembre, cuando el grano ha madurado, y se impone el mágico momento de la siega, las localidades arroceras, como las del Delta del Ebro, se vuelcan en su gestión hasta que el grano queda almacenado: antes a mano, ahora en tractor.
De hecho, uno se dará cuenta de que la siega ha empezado porque unos cuantos días antes, aproximadamente una semana, se empiezan a secar los campos para facilitar a los trabajadores la recolección sobre un terreno más firme y evitar problemas de salubridad como los registrados en el pasado.
En concreto, según lo establece el Consejo Regulador de la D.O.P. Arròs del Delta de l'Ebre, los primeros días de septiembre se disminuye el nivel del agua y se inicia la recolección, que puede durar hasta los primeros diez días del mes de octubre en función del grado de madurez del arroz.
Con hoces al alba
Al alba, los labradores se dotaban de hoces de diverso calado y sujetando el manojo de arroz con una mano, aplicaban el golpe de gracia con la otra, desechando una parte para su quema posterior y uso como abono del mismo campo. Hoy esto ha cambiado gracias a la introducción de maquinaria especializada, que ha revolucionado el sector.
En las visitas a los centros de interpretación de la zona puede verse como, en el pasado, con carritos que recibían diferentes denominaciones en función de la región, se transportaba la espiga a la era y se sometía a la trilla, unos icónicos espacios circulares y planos para descascarar el grano con distintos métodos (con rodillos o pisándolo).
Finalmente, el grano se amontonaba en un rincón de la era, y en ocasiones es necesario un segundo cribado para, como reza la expresión, separar el grano de la paja (más pequeña). El resultado es un grano que hay que dejar secar del exceso de humedad y removerlo de vez en cuando. En esencia, este sigue siendo el proceso de cosecha actual, pero evidentemente más sofisticado.
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Todo ello permitirá a los afortunados comensales de la zona y de toda la Península disfrutar de un arroz de primera en sus paellas, y a la vez conocer más a fondo los secretos de esta milenaria actividad agraria que en la cotidianidad pasa desapercibida.
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