Durante décadas, el papel higiénico fue incuestionable, casi un símbolo de civilización. Pero como todo mito moderno, empieza a tambalearse. En su lugar surgen opciones más eficientes y sostenibles, que prometen mayor higiene, ahorro y, de paso, un planeta un poco menos deforestado.
El cambio no es menor: hablamos de pasar del papel al agua, del arrastre al enjuague, de lo seco a lo fresco. Y aunque algunos aún frunzan el ceño ante la idea, la limpieza con agua es vista por muchos como un gesto de autocuidado y conciencia, más cercano a la salud que al tabú.
De hecho, cada vez más hogares —de Tokio a Barcelona— incorporan duchas higiénicas o asientos electrónicos. La tendencia no es una excentricidad, sino una evolución natural en tiempos de sostenibilidad y bienestar. Al fin y al cabo, ¿quién decidió que el papel era la única opción?
Por qué el papel ya no convence
El papel higiénico gasta agua, árboles y energía antes incluso de llegar al baño. Su fabricación requiere procesos químicos de blanqueo y grandes cantidades de celulosa. Paradójicamente, su uso masivo contribuye al mismo problema que pretende limpiar: más residuos y más impacto ambiental.
Ducha higiénica
En Europa, la ducha higiénica ya empieza a ser un básico. Se instala fácilmente junto al inodoro y permite un chorro controlado y eficaz, sin necesidad de gastar medio rollo. Además, el contacto con el agua evita irritaciones y mejora la sensación de limpieza. Pero no es la única opción que está en boga.
Bidé: el clásico que vuelve
Durante años, el bidé fue el mueble más olvidado del baño. Hoy, resurge como alternativa elegante y práctica. Su sistema de agua corriente garantiza una higiene más natural y suave, y aunque ocupa espacio, gana adeptos entre quienes buscan bienestar sin renunciar al confort.
Asientos electrónicos
Los asientos sanitarios electrónicos, populares en Asia, se han convertido en un símbolo de lujo funcional. Incorporan control de temperatura, chorro ajustable y secado automático, un todo en uno que redefine el concepto de baño moderno. Y sí, ya hay modelos asequibles.
Paños reutilizables
La opción más sostenible —aunque no la más cómoda— son los paños de tela lavables. Requieren higiene impecable y un uso responsable, pero reducen la huella ecológica casi a cero. Es una apuesta de conciencia radical, no apta para quienes evitan la colada.
El fin del papel higiénico no es una utopía, sino una adaptación a los nuevos hábitos. Cada ducha o bidé instalado representa una mejora en bienestar y en sostenibilidad. Quizá dentro de unos años, mirar un rollo de papel nos parezca tan antiguo como un fax olvidado.
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