¿Te preocupa el medio ambiente? Presta atención primero a cómo hierves el agua

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Últimamente hay una preocupación creciente relacionada con el gasto de energía que supone la alimentación. Se estima que por cada caloría que nos llevamos a la boca, empleamos entre 7 y 10 en su producción, preparación, etc... Sobre este ratio, ya comentamos algo en el artículo sobre las calorías que nos deberían preocupar realmente.

Aunque actualmente hay un movimiento muy fuerte a favor del locavorismo, en contra de lo que podría parecer, el transporte no es la parte más costosa energéticamente. Paradójicamente, si se divide el coste del transporte por unidad de comida, puede ser más eficiente traer comida de fuera, que traerla de una granja cercana. Pero eso es tema de otro post.

Uno de los factores que más influyen en el consumo de la energía es precisamente, la forma en la que cocinamos los alimentos. Es decir, se puede consumir verduras de una granja cercana y ser tremendamente ineficiente al cocerlas.

De hecho, de eso va el poste hoy. De ver la forma más eficiente de cocer un litro de agua, algo que todos hacemos ¿casi a diario?

Energía Básica

Como ya os comenté en el post sobre las relaciones energéticas nutricionales, una caloría es "la cantidad de energía calorífica necesaria para elevar la temperatura de un gramo de agua pura, desde 14,5 °C a 15,5 °C, a una presión normal de una atmósfera". Y como eso no dice mucho, por eso escribí aquel post, os invito a leerlo antes.

Por poner un ejemplo más cercano, para calentar 1 litro de agua a 18º y llevarlo a ebullición, nos hacen falta unas 80 Calorías. Empieza lo bueno.

Cociendo el agua de distintas formas

Siguiendo los datos anteriores, la situación ideal, es decir de una eficiencia energética del 100% sería que solo gastáramos 80 Calorías para calentar un litro de agua. Como veremos, las leyes de la termodinámica nos impedirán esta proeza.

Tomando 1 litro, y usando una olla normal, en una cocina de gas, se gastan unas 523 Calorías en llevar agua desde 18ºC a ebullición. Es decir, una eficiencia energética de apenas el 16% (recordad, 80 / 523). Ejem, no muy eficiente. Por supuesto, se podría mejorar el sistema, y utilizar las cocinas super-eficientes que salvan vidas en el tercer mundo.

Por ejemplo, un factor decisivo es usar ollas de un diámetro tal que no desperdicien llamas a su alrededor, y lo mismo es aplicable a cocinas de placa. Si el diámetro es menor que el fuego, se disipa calor que no se aprovecha. A la inversa, si es mayor, al agua se reparte entre una mayor superficie y tarde más en calentarse por igual.

Pasemos al práctico microondas. En principio, y por como funciona (haciendo vibrar las moléculas para producir calor) podría parecer más eficiente. Y lo es, y no lo es. Solo el microondas tiene un efectividad del 40%, que no está mal, pero hay que tener en cuenta que necesita energía, y que esa energía, no se produce de forma 100% eficiente (puede estar cerca el 15%). Combinados los dos factores, tenemos una efectividad del 15%. Pero todo depende la fuente de energía eléctrica inicial (solar, carbón, petróleo, nuclear, etc...)

¿Y qué tal un hervidor de líquidos eléctrico? Pues aplica lo mismo que en el microondas en cuanto a las fuentes de energía, pero para calentar 1 Litro de agua, emplea unas 400 Calorías, así que su eficiencia es de un 65% que no está nada mal. Eso sí, siempre que calentáramos un litro de agua porque a diferencia del microondas, solemos calentar más agua en estos aparatos que la que realmente necesitamos, lo cual bajaría la eficiencia.

¿Y qué hay de las vitrocerámicas o de inducción? Entre ambas gana claramente la de inducción. En ambos casos, la eficiencia estaría rondando el 70% (usando ollas de tamaños adecuados, fuegos limpios...).

Ahora bien, al igual que en los microondas, el problema está en dónde y cómo se genera la energía. Si viene de una planta de combustibles fósiles (carbón, gas, petróleo) tenemos que quemar primero esos recursos para mover bovinas, perdón, bobinas y generar así electricidad. En ese proceso, se disipa energía y la eficiencia cae. Por tanto, su rendimiento energético global siempre será peor que usar gas directamente para calentar.

Entonces, ¿cuál es el método más eficiente?

Antes de ir a la conclusión, una reflexión previa. Quizá no seamos conscientes, cuando hablamos de consumo energético, de la importancia que tienen pequeños gestos diarios. Calentar de forma ineficaz el agua, usando tamaños de olla inapropiados, o malas técnicas como no cerrar la tapa de la olla, tener los fuegos o placas sucias, base de las ollas, etc... tiene mucho más impacto del que pensamos.

Como decía al principio, ahora está muy de moda pensar en comprar local como forma de reducir el impacto ambiental, pero hay otros pequeños detalles locales y cotidianos que tienen mucha más importancia relativa, y absoluta. Por supuesto, esto no solo se aplica al agua, uso ineficiente hornos, cafeteras, neveras, congeladores, o lavaplatos también pesan.

Y la conclusión es... que depende. Sí, porque si vives en un chalet aislado con placas solares que te proporcionan electricidad, la forma más eficientes es, sin duda, la hervidora eléctrica usada en su justa medida o la placa de inducción. Ahora bien, como asumo que no es el caso de la mayoría de los lectores, la conclusión es clara.

La forma más eficiente de cocer el agua es usando una cocina de gas natural, con una olla de tamaño adecuado, puesta sobre un fuego ajustado a ese tamaño y con la tapa puesta.

Imágenes | Por Jason Jones Fuentes | Do the Math y Efimarket En Directo al paladar | Cocer alimentos en agua de mar. Hicimos la prueba En Directo al paladar | Cómo cocer o hervir alimentos. Técnicas de cocina

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