En el mundo del arte hay ciertas polémicas que se repiten a lo largo del tiempo, y una de ellas es la contraposición entre la realidad y la fantasía creativa. En la fotografía este debate suele darse con mayor frecuencia, puesto que parece la disciplina más propicia a reflejar la realidad tal y como es. Pero muchos fotógrafos demuestran con su obra que no tiene por qué ser así, como nos enseñan las creativas manipulaciones fotográficas de Manuel Archain.
Una obra fotográfica puede modificar lo real directamente en el momento de la toma, mediante el montaje de la escena o con determinadas técnicas a la hora de disparar, o mediante la posproducción de cada pieza. Archain es un fotógrafo que apuesta por la clara manipulación creando pequeños mundos de fantasía, donde la cocina y la comida en general juegan un papel fundamental como inspiración.
Manuel Archain es un joven fotógrafo argentino, nacido en Buenos Aires en 1983. Heredando la faceta artística de su madre, desde pequeño comenzó a formarse en diversas disciplinas en el taller familiar. Con apenas trece años ya empezó a desarrollar su faceta de creatividad cómica mediante el dibujo, pero pronto tuvo claro que su verdadera vocación era la fotografía.
Durante su etapa de formación con diferentes profesionales fue poco a poco creando su propio estilo personal, jugando con diversas técnicas. Archain nos lleva a través de sus obras a microcosmos llenos de fantasía, rodeados de un aire de ensoñación y con claras influencias surrealistas.
El fotógrafo manipula los objetos y los personajes alterando los tamaños y perspectivas, jugando con las posibilidades creativas de cada sujeto. Archain tiende a crear escenas extrañas, a veces confusas, con toques satíricos y un humor irónico que a veces no está exento de crítica hacia ciertos aspectos de la sociedad.
Me gustan especialmente sus obras donde convierte la cocina o el comedor en escenarios que llena de pequeños personajes, como si los platos, tazas y alimentos fueran parte del mobiliario urbano. Manuel Archain nos demuestra con sus creativas fotografías cómo se pueden crear mundos de fantasía a partir de lo más cotidiano, incluso con una mera mesa de desayuno.
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