La elaboración a la parmesana se asocia más habitualmente al famoso plato de berenjenas, pero también es una técnica que puede dar mucha vidilla a otros productos básicos de nuestra cocina. En esta receta la poco valorada pechuga de pollo se convierte en un bocado sabrosísimo para salir un poco de la rutina.
Si queremos que sea aún más suculento podríamos freír el pollo en abundante aceite bien caliente, pero cocinándolas directamente en el horno nos ahorramos ese paso y también unas cuantas calorías.
Precalentar el horno a 200ºC y forrar una fuente o bandeja con papel de aluminio. Cubrir el fondo de un plato hondo o un cuenco amplio con pan rallado. Añadir el queso parmesano, la albahaca, el orégano, el tomillo, la pimienta negra y una pizca de sal, y mezclar bien.
Limpiar las pechugas de pollo de los posibles excesos de grasa. Pintar con un poco de aceite de oliva por ambos lados. Rebozar en la mezcla de pan rallado y queso, presionando bien, procurando que queden bien cubiertas. Disponer sobre la bandeja y hornear durante unos 30-40 minutos, hasta que se hayan dorado.
Cubrir con unas cucharadas de salsa de tomate, coronar con una o dos lonchas de queso especial para fundir o mozzarella en rodajas y añadir un poco de pimienta. Volver a hornear, unos cinco minutos más hasta que se funda bien el queso.
Con qué acompañar el pollo a la parmesana
Un poco de patatas fritas acompañan de maravilla a estas pechugas de pollo a la parmesana, y podemos completar el menú con una sencilla ensalada fresca. De todas formas, es un bocado contundente, por lo que podemos optar por una guarnición más ligera como unas verduras de temporada a la plancha, o una simple ensalada al gusto.
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