Son muchos los apellidos 'de la Frontera' que vemos en distintas localidades de Andalucía, especialmente en la provincia de Cádiz. Un sobrenombre muy habitual en ciudades de sobra conocidos como Jerez o como Conil, pero también en municipios algo más pequeños y no tan populares como Vejer de la Frontera, Arcos de la Frontera o el tesoro que hoy os traemos: Castellar de la Frontera.
De hecho, se podría considerara casi un Carcasona en miniatura, pues este pequeño pueblo blanco de Cádiz es un tesoro que no puedes perderte en ningún momento del año. Aunque su cenit lo alcanza en primavera y verano, especialmente a nivel turístico, cualquier momento del año es perfecto para visitar este recogido pueblo, muy cerca del límite con la provincia de Málaga.
Situado a medio camino entre las ciudades de Málaga y Cádiz, Castellar de la Frontera está ubicado dentro de la Comarca de Campo de Gibraltar, solo que no hablamos de una localidad costera, sino de, a su manera, un municipio serrano con todas las letras.
Al pie del parque natural de Los Alcornocales, Castellar de la Frontera también está adscrito a la asociación Los Pueblos Más Bonitos de España y parte de esta maravillosa culpa es de su castillo, un vestigio medieval que ahora sirve como hotel, pero que sigue dominando la panorámica de Castellar Viejo.
¿Por qué Castellar Viejo? Pues porque en la década de 1960 se erigió un nuevo anexo, más moderno, donde vive la mayor parte de la población, a apenas diez kilómetros del Castellar de la Frontera original, que permanece encamarado sobre un cerro y que sirvió de fortaleza natural durante la Reconquista.
De ahí el apellido 'de la Frontera' que vemos a menudo en Cádiz, pues la mayor parte de estas localidades se encontraban en ese territorio fronterizo entre los reinos cristianos y los reinos musulmanes. De esa época data el castillo de Castellar, que realmente es sólo el alcázar de un conjunto aún más impresionante, pues Castellar Viejo es un pueblo totalmente amurallado.
No obstante, la curiosidad en este municipio está en que lo conforman tres núcleos de población como son la Villa-Fortaleza de Castellar de la Frontera (lo que concebimos como Castellar Viejo), Pueblo Nuevo de Castellar y La Almoraima.
Lo curioso del pueblo está en que cuando se fundó la parte nueva, muchos chisporreros —gentilicio de Castellar— decidieron bajarse al llano y hacer una vida distinta, momento que apreciaron distintas comunidades hippies para instalarse en la parte vieja.
En ella siguen destacando sus calles de encanto medieval, siguiendo la senda que marca el trazado amurallado, así como los elementos fortificados que dan fe de la importancia de Castellar en tiempos pasados, como son el patio de armas o la torre del homenaje, ambas del período cristiano, o los vestigios de la Iglesia del Divino Salvador, que fue el antiguo oratorio del castillo y ahora cumple las funciones de centro de difusión cultural.
Un recorrido cargado de historia y de miradores que se puede consolidar con planes de turismo activo como el senderismo, pues Castellar de la Frontera es una de las puertas de entrada al parque natural antes citado, uno de los más grandes y más accesibles de toda España.
Imágenes | iStock
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