Entre las provincias de Guadalajara y Cuenca se extiende uno de los Parques Naturales de mayor riqueza de nuestro país, el Alto Tajo, enclavado en pleno Sistema Ibérico. Las extensas hoces fluviales dibujan la singularidad de un paisaje de gran diversidad geológica y botánica que regala paisajes de postal, convirtiéndose en un destino imprescindible para los amantes del senderismo.
Otoño y primavera son las mejores épocas para visitarlo, cuando ya hemos dejado atrás el calor veraniego y antes de que lleguen las heladas invernales. Los meses otoñales resultan especialmente atractivos para disfrutar del color cambiante de los bosques, con árboles que se tiñen de tonos ocres, amarillos, rojos y naranjas entre el verde que aún resiste en algunas especies. Y, tras las lluvias de finales de verano, el caudal del río ofrece su mejor cara.
Una ruta perfecta para adentrarse en el corazón del Alto Tajo y descubrir sus maravillas es la que recorre la Laguna de Taravilla y el Salto de Poveda, dos de los los puntos más atractivos de la zona. Aunque se puede acceder a ellos desde diferentes puntos y emprender rutas más extensas o para montañeros más veteranos, hay un recorrido circular muy sencillo que prácticamente puede hacer cualquier persona sin mucha experiencia, y que se puede completar en dos horas.
La ruta corresponde al sendero 10 dentro del listado oficial del Alto Tajo y puede hacerse en ambos sentidos, horario u antihorario. Se parte en cualquier caso de la la Laguna de Taravilla, un espléndido enclave que ya por sí solo merece la pena visitar. Dispone de aparcamiento, aunque con un aforo limitado que suele llenarse pronto los meses de verano -cuando además hay que reservar y pagar una tasa- y en días festivos, así que conviene madrugar.
Esta laguna, en pleno cañón del río Tajo, se formó de manera natural hace unos 11.000 años con el crecimiento de una barrera de toba que represa el agua, y se mantiene alimentada en su mayor medida por aguas subterráneas. Todo el entorno es de una gran belleza paisajística y además tiene un ecosistema de enorme riqueza, siendo lugar de cría de numerosas aves.
Desde la pista de acceso se encuentra la señalización del sendero, que baja hacia el muro del Salto de Poveda, el otro gran hito en esta ruta. Lo primero que veremos es el muro de una vieja instalación hidroeléctrica hoy en desuso, hoy naturalizado por la flora y la fauna del lugar. Un poco más adelante ya se abre con todo su esplendor el llamado Salto de Poveda, una espectacular toba calcárea en cascada que ruge con mayor fuerza en épocas de lluvias, siendo el salto de agua más grande de todo el río Tajo.
La ruta continúa atravesando praderas y bosques de ribera, cruzando las aguas del Tajo a través de pasarelas que invitan a contemplar las aguas del río y su entorno, donde no es difícil ver numerosas especies de aves que habitan en la zona y acuden a beber o refrescarse. Más adelante, el área recreativa de la Fuente del Berro permite hacer un alto para reponer energías e incluso bañarse si el tiempo acompaña.
En el último tramo de la ruta se atraviesan las Casas del Salto, que antiguamente funcionaron como instalaciones del salto hidroeléctrico, hoy reconvertidas en un centro de turismo rural con un bar. El sendero continúa bajando siguiendo el Tajo entre los árboles de un bosque de ribera, hasta llegar a otra pasarela que nos devuelve a la orilla del inicio de la ruta, encarando la vuelta a la Laguna.
Una ruta sencilla para disfrutar sin prisa, pero sin olvidar que hay cierto desnivel y terreno irregular en algunos tramos, por lo que siempre hay que respetar la señalización y llevar calzado adecuado, teniendo especial cuidado si se va con niños.
Imágenes | Cañón del Tajo - Flickr/Otto Skorzeny - Turismo Castilla-La Mancha