Hay un código no escrito que cualquier niño aprende rápidamente cuando empieza a elegir los sabores de dulces y golosinas que más le gustan. La fresa es roja, el limón amarillo, la manzana verde, la cereza granate, la frambuesa violeta, la naranja, obviamente, anaranjada, y la piña es azul. ¿Piña azul? Nosotros no hacemos las reglas, la culpa es de Sugus y el icono popular que la marca de caramelos creó con una inocente decisión de diseño.
Los míticos Sugus sobreviven al paso de las décadas endulzando a nuevas generaciones de golosos, llenando de colorido fiestas de cumpleaños infantiles y repartiendo felicidad azucarada desde las cabalgatas de los Reyes Magos o de nazarenos en Semana Santa. Aunque hoy día hay referencias nuevas bajo la misma marca, los caramelos se mantienen fieles a su textura blanda y gama de sabores, con un envoltorio tan simple como icónico. También en el juego de colores.
Por mucho que ahora estas golosinas destaquen que están elaboradas con zumo de frutas natural y sin aromas artificiales, todos sabemos que la fruta natural no sabe como la industria nos vende. Y no pasa nada. Una buena cereza tiene su sabor a cereza, pero ya sé qué esperar cuando me llevo un Kojak a la boca o cualquier caramelo que replique su sabor.
Algunos están más logrados que otros y sí logran acercarse a la fruta original que pretenden emular, pero no siempre es fácil. Las papilas gustativas se confunden un poco cuando nos adentramos en el exótico mundo de los sabores tropicales, y también ocurre con los helados o zumos. Sí, identificamos ese exotismo que nos remite al Caribe, pero, salvo el coco, las frutas se resisten a plasmar su personalidad concreta en dulces industriales.
La piña es el ejemplo perfecto, primera gran fruta del otro lado del Atlántico que conquistó Europa, primero en conserva y asaltando la pizza, luego en todo tipo de variadas formas. También bajo el aspecto de un caramelo blandito de envoltorio confuso.
¿Seguro que esto es piña?
Hasta el paladar más refinado encontraría difícil identificar al Sugus azul como de piña si lo hiciera a ciegas y por primera vez. Pero la leyenda del papelito que lo envuelve no engaña: azul es piña.
El pobre Sugus azul es además uno de los más controvertidos que suele dividir a la población entre quienes lo adoran y quienes lo rechazan con todas sus fuerzas. La inocente y saludable fruta de nuevo convertida en el centro de polémicas insalvables, como la mencionada pizza tropical. La sociedad nos empuja a posicionarnos a favor o en contra.
A pesar de todo nosotros nos situamos en un punto medio tibio; no es nuestro sabor favorito, pero tampoco nos parece un crimen gustativo. Sí tiene un regustillo extraño, pero al menos se posiciona con más sinceridad que otra guarrería infantil azucarada, el polo flash azul. El flash de jarabe, lo llamábamos entre los primos de mi familia cuando éramos críos. Languidecían en el fondo del congelador todo el verano.
La sencilla historia detrás de la piña azul
Gustos aparte, todos nos hemos preguntado alguna vez por qué demonios el envoltorio del Sugus de piña es azul, un tono que, afortunadamente, no llegó a pasar al propio caramelo.
Quizá hayas escuchado la historia de que se debe a una referencia a Barbados, ese exótico país tropical del mar Caribe cuya bandera está formada por tres franjas verticales, dos azules y una amarilla. La leyenda urbana cuenta que, como Barbados era el principal exportador de piñas del mundo, Sugus quiso rendirle homenaje replicando sus colores en el papelito que envolvía al nuevo sabor.
Es una historia bonita y verosímil, pero absolutamente falsa. Barbados ni siquiera es o ha sido nunca el mayor importador de piñas. Lo suyo es más el azúcar de caña y los atletas velocistas.
La respuesta al misterio es mucho más simple y carece de romanticismo. Como explicó a Verne la compañía Wringley, actual fabricante de Sugus bajo propiedad de Mars, fue decisión de Suchard cuando el caramelo llegó por primera vez a España. La empresa, creadora original, tenía que darle un color al sabor de la piña, y lo más lógico era buscar la propia referencia natural de la fruta.
Una piña se identifica por la corteza, el penacho de hojas puntiagudas y su carne amarilla. Problema: el amarillo es territorio del limón -o del plátano, aunque en un tono que suele ser más verdoso o pálido-. Y darle a su envoltorio una tonalidad marrón no parecía demasiado atractiva, sobre todo porque, en el mundo dulce, los marrones se asocian con el chocolate. Mala idea.
Barajando las opciones que quedaban y tras tantear la posible respuesta del consumidor, el azul parecía una buena apuesta en su momento. Un tono básico, sencillo, llamativo y que combinaba bien en el conjunto de sus caramelos hermanos, dando más variedad vistosa a la mezcla.
¿Y por qué no se optó por el verde, un color más real y que sí luce la piña natural en sus hojas? Sencillamente, para evitar su posible confusión con los típicos caramelos de menta o hierbabuena. Nadie piensa en el verde cuando visualiza algo de piña.
Lo curioso es que en otros países sí existe el Sugus de piña de color verde, lo que puede crear aún más confusión cuando los extranjeros y turistas en España quieran endulzar su paladar con este superviviente del mundo de los caramelos.
El caramelo suizo inmortal que nació de la mano del chocolate
La invención de los Sugus hay que agradecérsela a un país ya célebre por endulzar el mundo con sus innovaciones pioneras en la elaboración de chocolate, la pequeña Suiza. Y además hay que vincularlos con un nombre muy conocido en nuestro país, Suchard, aunque poco tiene que ver el turrón con la golosina de frutas.
Precisamente su promotor fue Hans-Conrad Lichti, director de la compañía Suchard en los años treinta del siglo pasado. El empresario tenía visión de futuro y se empeñó en aumentar el catálogo de su ya entonces exitosa compañía diversificando los productos más allá del chocolate. Cuando probó unos caramelos afrutados de textura blanda y masticable en un viaje a Cracovia, vio la luz.
Aquella golosina suponía una revolución en el mercado del dulce, cuando los caramelos eran duros o derivados de lácteos como el toffee. Lichti se hizo con la patente polaca y desarrolló en Suiza su propia receta base a la que solo había que añadir el sabor de diferentes frutas. Los primeros Sugus salieron al mercado en 1931 y en las décadas sucesivas irían conquistando el paladar goloso de muchos otros países.
Tras un pequeño parón provocado por la Segunda Guerra Mundial, en la década de 1950 la compañía comenzó a poner en marcha filiales de Suchard en todo el mundo, llevando consigo la fabricación de los Sugus; a España llegaron en 1961, cuando ya eran todo un icono en el país helvético adorado por pequeños y mayores.
La compañía Suchard fue adquirida por Kraft Foods y en 2004 esta pasó a manos de Wrigley Company. Desde 2008 es la multinacional Mars la propietaria de la marca, y los caramelos Sugus europeos se fabrican en Francia, ahora además con otras variedades como los Sugus sin azúcar y formatos diferentes.
Sugus Caramelo Masticable a Base de Zumo de Frutas, Chuches Halloween, Golosinas Halloween (1kg)
Fotos | Sugus - srgpicker - A Tarom - Lukas Müller - Cookantean - Juno Jo
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