La Mano de Pablo, parrilla uruguaya en las Tablas, Madrid

Hace un par de semanas, un amigo nos recomendó un restaurante en la zona norte de Madrid, La Mano de Pablo, una parrilla uruguaya que también se anuncia como pizzería, aunque desde el primer momento tuvimos claro que nos íbamos a decantar por la opción carnívora. Al llegar descubrimos una gran terraza urbana que rodea la fachada del establecimiento, pero hacía tanto calor que decidimos pasar directamente a la sala.

El comedor es un gran espacio con las mesas quizá demasiado juntas, o puede ser también que el grupo que ocupaba la mesa contigua fuera demasiado exhibicionista en sus conversaciones, el caso es que nos fue difícil mantener una charla tranquila e íntima hasta que se fueron. Del servicio tengo que decir que fueron muy atentos, reservándonos una sorpresa final que me hizo particular ilusión.

La carta es sencilla, con preferencia por las carnes y las pizzas. Pudimos probar estas últimas en el aperitivo, pues nos sirvieron dos pequeñas y ricas porciones. Como el segundo plato iba a ser contundente sí o sí, escogimos una ensalada capresse para compartir y dos empanadas criollas de carne, un bocado que siempre nos gusta probar.

La ensalada era abundante, pero quizá hubiera necesitado una mozzarella en otro formato, pues las pequeñas perlas de queso deslucían el resultado final. Mucho tomate, un buen aliño de albahaca, y poca y mediocre mozzarella. En cambio, las empanadas criollas nos gustaron mucho, con un relleno muy sabroso y especiado.

En la carta se podía escoger entre varias parrilladas, decantándonos por una sencilla para dos. Varios cortes de carne, con entraña, tira, vacío, lomo alto, chorizo y morcilla. La imagen habla por sí misma, las carnes estaban muy buenas, en especial la entraña, servidas con salsas chimichurri y criolla. Las cantidades son muy grandes, más que suficientes para dos personas, y en nuestro caso, no fuimos capaces de terminar ni la mitad del plato.

Cuando ya estaba pensando en pedir a la camarera que nos lo preparara para llevar, fue ella la que a la vista del plato nos lo ofreció. Esta fue la agradable sorpresa que esta sana cortesía de la casa me deparó. En La Mano de Pablo es práctica común facilitar esta operación, y para ello disponen de recipientes plásticos adecuados. Un hurra por ellos y que cunda el ejemplo.

Tras el plato principal, llegó un sorbete de limón cortesía de la casa, una refrescante sorpresa para entretener la elección del postre. No pudimos evitar probar el panqueque de dulce de leche, eso sí, pedimos uno para compartir, que por algo nos llevamos media vaca en una bolsa. Regada con cerveza uruguaya y con dos cafés para rematar la comida, el cubierto salió por 38 euros.