Nos invitan a probar el menú de 1.650 euros de Sublimotion en Ibiza. ¿Merece la pena pagarlos?

Nos invitan a probar el menú de 1.650 euros de Sublimotion en Ibiza. ¿Merece la pena pagarlos?
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No cabe duda: es una suerte y una gozada que te inviten a viajar a Ibiza a probar en Sublimotion, el restaurante del que tanto has oído hablar, un menú cuyo precio con IVA es de 1.650 euros. Los anfitriones que nos llevan hasta Ibiza son Maxxium Premium Brands (que distribuyen tres marcas de whisky: The Macallan, Laphroaig e Hibiki). Este año la gran novedad es que el chef Paco Roncero introduce destilados en su menú y por eso nos invitan las marcas protagonistas.

Esta es una tendencia al alza porque todo lo que sea complicar las cosas e iniciar nuevos caminos, enriquece la cocina y el maestro Roncero lo que busca es siempre eso. La cena en Sublimotion Ibiza es una fabulosa aventura gastronómica, un viaje, una experiencia, un non plus ultra con comida de por medio, una montaña rusa gastronómica. Pero una cena, lo que dice una cena... No tengo claro que sea una cena.

Y nosotros hemos ido invitados: ¿Pero merece la pena pagar esto por acudir a este espectáculo? Pues vamos a ver qué opináis después de leer nuestra experiencia. Tras la puerta de Sublimotion nos esperaban catorce platos, mucha pasión por la cocina y una puesta en escena al más alto nivel.

Todo empieza con misterio. Quedamos en el restaurante Estado Puro del Hard Rock Ibiza para el primer aperitivo. Es el punto de encuentro para los comensales que esa noche van a vivir la aventura. Desde allí te llevan en coche al restaurante (que está a 5 minutos, pero le da un airecillo de misterio y de glamour) y llegas a una fachada en blanco con sólo una puerta y cuándo la abres es exactamente igual que entrar una atracción de misterio de un parque temático. Te espera un lugar encantador y muy tematizado. Te reciben y empiezan las sorpresas.

Intentaré no hacer spoilers (no creo que nadie que paga 1.650 euros por una cena, lo merezca) pero por trasmitiros mi impresión, la llegada al comedor es cómo una atracción de Disney. Bien hecha. Cuidada. Divertida. Muy "WOW". Esa sala se va transformando a cada plato. Vamos a abordar lo gastronómico, si es que el show nos deja.

El menú: catorce platos, dos postres y las copas

Empezamos con un cóctel. Me hablaron hace un par de años de un whisky japonés extraordinario. Un amigo viajó a Japón y me contó q nunca había probado otro igual. Hibiki. Pues bien, la velada comienza con este destilado único. Hay varias añadas y sus precios en España van desde 60 euros, hasta 224 euros la botella. Para que os hagáis una idea del nivel de los precios de la materia prima. Es un whisky artesano que pasa por distintas barricas para ir adquiriendo aromas. ¿El más exótico? El gengibre y mangostán. El romero en nariz y el lichi. Normalmente es ideal con hielo y gingerale, pero aquí fue nuestro especial cóctel de bienvenida. Todavía boquiabiertos con la puesta en escena y la tecnología del comedor, un líquido se agita sólo en su probeta. Para. Te lo sirven. No parece un whisky. Y el sabor es dulce y exótico. Un buen comienzo.

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Muchos pensaréis que tal vez un whisky cómo el Hibiki es para tomar sólo. Seguro. Pero esto es un juego. Una invención sin límite de precio. Y para eso está cada materia prima. Para ser combinada, creada de nuevo, reinventada y customizada. Y es un honor ser materia elegida para tal diversión.

El segundo plato es delicioso: Ostras en escabeche templado con champán... Y con mucho ritmo. Es algo que me gustaría destacar. Ritmo a todas horas, a veces ritmo lento, a veces, rápido, pero siempre a punto para hacerte sentir emociones.

 

Llegamos al tercero, pero seguimos con el mar en un momento en el que paredes y techo te envuelven de animales marinos de corales y de luz oceánica, de inmesidad. Y toda esa inmensidad te llega en una concha que lleva una muestra de lo mejor del mar: percebe, berberecho, navaja, mejillón... Sabe mucho y se hace corto.

Continuemos. Una nueva transformación hace que cambiemos de escenario, de fondo suena la BSO de el Padrino, viajamos gracias a las paredes retroiluminadas y la música hasta Italia. Allí y probaremos uno de los mejores platos: El huerto miniatura con vegetales comestibles. Texturas y sabores sorprendentes a cada bocado, trampantojos y herramientas del huerto para cortar los brotes del huerto o excavar la "tierra". Impresionante. Sólo escuchas a los comensales decir una y otra vez, "wow".

Siguiente aventura: nos perdemos en el bosque. Puesta en escena romántica y misteriosa. Sabor a setas y hierbas aromáticas, delicioso.

De ahí pasamos a probar una mezcla de realidad aumentada y realidad virtual con unas gafas de VR transformadas para la ocasión: te permite ver a través de ellas lo que vas a comer (detectan tu plato y puedes ver los ingredientes, el origen y un v-ideo de elaboración de la receta) y luego se cierran y haces un pequeño e inteso viaje en 360. Chulísimo. Otro wow. Cuándo acaba, te quitas las gafas y todo de nuevo se ha transformado. El viaje es otro, más clásico. Están en un viejo y lujoso tren. Y una crema tradicional, pero espectacular te espera.

Circusland: este es el impactante capítulo que vives a continuación. La sala se vuelve una feria y puedes probar chuches típicas de feria, trasformadas en bocados originales. O al revés. El helado de parmesano o la manzana caramelizada de foie son dos ejemplos de bocados que no podrás olvidar.

 

¿Siguiente plato? La barbacoa. Sacamos gafas divertidas, llegan las chicas yeyé, todo suena taaan divertido que sólo quieres bailar y bailar. Esta barbacoa es excepcional, claro: Se realiza con otro whisky: Laphrogaig. Este destilado tiene una forma distinta de elaboración. La cebada malteada se seca sobre unas brasas de turba y así se ahuma todo el sabor. Tiene un sabor extraño, un poco medicinal.

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Para Paco Roncero es el maridaje perfecto para su famosa costilla Wagyu, cocida a baja temperatura durante 15 horas a 75 grados. El precio de esta carne es de 300 euros el kilo. Y volvemos a lo mismo: ¿Este whisky maravilloso y esta carne fascinante, no estarían mejor si se probaran sólos? Vuelta y vuelta, una. On the rocks, el otro... Queridos todos: Esto es Sublimotion. Está Las Vegas y luego Sublimotion, en Ibiza. Por eso la clave es esta exquisitez total.

 

La salsa barbacoa que acompaña la carne se hace con este whisky ahumado. Seguro que nuestra deliciosa mermelada de bacon también sale increíble con esta joya de whisky (en lugar del bourbon) que por cierto no es tan caro ni tan loco. Su precio está en unos 36 euros. Así que ¿por qué no hacemos ese filete de nuestros sueños a baja temperatura? Busquemos la mejor carne a nuestro alcance. Pidamos un buen corte para hacerla al horno, con un toque de sal y pimienta y una salsa barbacoa (o repito, la mermelada de bacon) casera.

Primer postre: El beso. No se puede contar. Hay que vivirlo. Tiene un poco de todo: Nube de lima, pastilla de bergamota, crema de mantequilla tostada, muselina de naranza, gel de yuzu, esponja de yogurt... Pero una anotación: Cada comensal tiene a su lado a un chef preparando el postre en directo. Un postre que se convierte en algo más que un postre. Y de sabor, muy rico, aunque en el momento y con las sensaciones, todo es una mezcolanza de emociones que subliman la cena.

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Y con el segundo postre, llega el chocolate y el último destilado que nos quieren presentar: el Macallan Rare Cask. Y este sí que uno de los mejores del mundo y del mercado y se nota en el precio. En tiendas lo encuentras desde 259 euros, pero hay algunas botellas bajo pedido de miles de euros. Haceos una idea: The Macallan es un whisky que se elabora en barricas de roble de vino de Jérez y es de un profundo sabor amaderado. Y se añade al bizcocho de chocolate del postre, mientras una disco recién implementada en la sala ilumina la mesa, las paredes y de nuevo sólo quieres bailar. En este vídeo nos cuentan muy bien cómo lo han usado para la receta (por si os inspira y queréis añadir un chorro de whisky a vuestro bizcocho de chocolate):

¿Y cómo se paga o cómo evitar el "sinpa"?

¿No os lo habéis preguntado? Yo sí. Por allí nadie pasó una factura, ni una tarjeta... Para garantizar una reserva, se paga el 50% por adelantado en concepto de depósito, el 50% restante puede pagarse entre 48-24h antes de la cena, o después de esta. El pago se puede realizar a través de una transferencia bancaria, a través de la web.

Ahora sí: ¿Merece la pena pagar 1.650 euros por una cena?

Poneos en situación. En Ibiza, una cama en la playa con una botella de vino cuesta unos 250 euros. Si lo que pides es una botella de champán, 600 euros. En el japo del Hotel Ushuaia, que está la lado sale por unos 300 euros una cena para dos. Hay fiestas en discotecas cómo Space o Pachá que según el dj que vaya, pueden costar hasta 500 euros por persona. El ambiente de esa zona concreta de Ibiza es de exceso total. Es un lugar único en precios. Si Sublimotion costara lo que una cama en la playa con una botella de champán o una entrada a una disco: 500 o 600 euros, necesitaría ser diez veces lo que es, quizá 20 veces lo que es... y entonces ya no sería Sublimotion.

Por otra parte, pagas ese dinero, la experiencia es brutal, pero además hay muchas, muchas, muchas posibilidades de que en tu cena haya un famoso de nivel mundial. La noche que fuimos nosotros, hubo un segundo turno de cena y Cristiano Ronaldo era uno de los comensales. Pero podría haber sido David Guetta o Lady Gaga...

Le pregunté a nuestros acompañantes de cena (nosotros estábamos invitados, pero ellos sí habían pagado ese menú) y estaban entusiasmados con todo. La velada había superado con mucho sus expectativas. Venían desde México y habían hecho parado en Ibiza y estaban felices por la decisión. Y eso que cuándo les pregunté no habían coincidido todavía con Cristiano Ronaldo.

 

Este esfuerzo de experiencia, de tecnología, de producción, de show, de placer, de viaje ilusionante, de arte, de maridajes únicos y productos exquisitos, merecen tener un precio. Si estuviera en Madrid o Barcelona, no triunfaría por ese precio. Pero esto es Ibiza y es verano; la vida loca. El precio, igual.

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Y ya por último: un último guante al gasto de esta cena. Antes me vengo a Sublimotion a cenar, que a ver la final de la Champions a Milán. Eso sí que es pagar una locura por algo q puedes ver en la tele. Esto no lo puedes ver en la tele, no lo puedes sentir, no lo puedes oler, no lo puedes degustar y no lo puedes beber. Has de venir para vivirlo. También hay que pensar que con dos menús de estos, mando un mes a mi hija a estudiar a Inglaterra. Pero es lo que tiene el arte. Que tiene un precio.

Así que la respuesta es sencilla. Si tienes dinero, merece la pena ir. También si trabajas en el mundo de la alta gastronomía y te lo puedes permitir, es una inversión, porque en un futuro, los tiros irán por aquí. A propósito, un gran ejercicio que os invito a hacer es echar un ojo a Instagram con el hashtag #Sublimotion. Veréis cuánta emoción, cuánta gente satisfecha... Y cuánto dinero tienen algunos.

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