Es una escena que todos hemos vivido. Estamos intentando adelgazar o, al menos, nos hemos propuesto comer mejor. En casa mantenemos una dieta saludable, a base de comida casera, y cuando tenemos que comer fuera intentamos escoger las opciones menos grasientas. Pero quedamos a comer con un amigo, se pide una doble hamburguesa con una pinta estupenda, y nuestra idea de pedirnos una ensalada cae en saco roto: nosotros también pedimos la hamburguesa.
Se trata de un fenómeno muy extendido, pero al que hasta ahora no le dábamos nombre. Pero como explica en un nuevo estudio un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Seúl, dirigido por el profesor Youjae Yi, deberíamos llamarlo “indulgencia altruista”.
Para conocer los motivos de este tipo de comportamiento, los investigadores han realizado un estudio en la cafetería de la universidad, comparando 640 tiques de compra para ver qué habían pedido los consumidores, y si las elecciones cambiaban de forma significativa cuando las comandas eran de una o varias personas.
Alrededor de la mitad de los clientes que comían solos optaron por una opción saludable, mientras la otra mitad escogió opciones calóricas. Fue el mismo porcentaje que se registró en en los tiques de dos personas, pero entre quienes habían pedido primero. Lo interesante es que, cuando la persona que pedía primero optaba por una opción no saludable, la tasa de pedidos calóricos de la segunda persona se elevaba al 80 %. Sin embargo, si la primera persona optaba por una opción saludable, las posibilidades de que la otra persona también comiera saludable era de solo el 60 %.
Dicho de otra forma, al pedir después de un amigo que escoge una opción poco saludable, la tasa promedio de elegir también una opción hipercalórica aumenta en un 33 %. Por el contrario, si la primera persona que pide escoge una comida o bebida saludable, las posibilidades de que la segunda persona escoja también una opción saludable solo aumenta un 8 %.
O, dicho en cristiano: todo se pega, menos la hermosura.
Un mecanismo psicológico bien arraigado
Los investigadores creen que si nuestro compañero opta por una opción poco saludable le copiamos para evitar que se sienta mal, un mecanismo psicológico que no funciona en sentido contrario, si la otra persona ya ha pedido algo saludable.
La indulgencia altruista está asociada con el sacrificio personal como una forma de proteger los sentimientos del acompañante
Para validar esta teoría los investigadores realizaron un nuevo experimento: diseñaron una encuesta online y pidieron a 174 mujeres estadounidenses que se imaginaran encontrándose con un amigo o un enemigo en una hamburguesería. La otra persona escoge la hamburguesa más rica en calorías de las dos que se ofrecen. A continuación, pidieron a las participantes que escogieran una de las dos hamburguesas.
Los investigadores pensaron que, si de verdad existe la indulgencia altruista, lo más probable es que las participantes eligieran la opción poco saludable al cenar con un amigo, pero no al cenar con una persona que les cae mal, pues con un enemigo no tenemos esa preocupación altruista.
Y así ocurrió. Las participantes que se imaginaron cenando con un amigo tenían más posibilidades de seguir el ejemplo de su compañero y optar por la hamburguesa rica en calorías: el 51 por ciento eligió esta opción, en comparación con el 29 por ciento que cenaba con un rival.
Además, los investigadores preguntaron a las participantes sobre los motivos que influyeron en su elección: si era una preocupación por los sentimientos de sus compañeros o un deseo de ser querido y aceptado. En términos estadísticos, en las cenas imaginarias con amigos, la elección poco saludable se explicada completamente por los sentimientos de la otra persona, lo que no ocurría cuando se cenaba con enemigos.
“En general, la indulgencia se considera como una elección egoísta asociada con el placer individual a corto plazo y vinculada a la pérdida del autocontrol”, explican los investigadores. “Sin embargo, nosotros mostramos que la indulgencia altruista está asociada con el sacrificio personal (renunciando a las preferencias y la salud de uno) como una forma de proteger los sentimientos del acompañante”.
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