El peor cliente que se puede tener, según un camarero: "Mesa ocupada a saber cuánto tiempo para consumir un refresco y quiere pagar con tarjeta"

Las tensiones entre hosteleros y clientes con portátil vuelven a la palestra. Su ocupación del espacio pero, en este caso, su método de pago, han vuelto a ser fuentes de encontronazo y zascas

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Joana Costa

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En este caso, el creador de contenido y experto en fiscalidad @tu_blog_fiscal relató en un vídeo en TikTok su experiencia en un bar, donde preguntó si podía sentarse a trabajar con su ordenador portátil. Aunque el camarero accedió, el conflicto llegó en el momento de pagar

El cliente había consumido un único refresco durante el tiempo que permaneció trabajando. Al ir a abonarlo, descubrió que el local no aceptaba pagos con tarjeta, solo efectivo. Según explica en su vídeo, no llevaba calderilla encima, salvo un billete simbólico de 50 euros. 

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Pero la cuestión no fue el importe, sino la falta de aviso: “Esto se tiene que avisar. Ese es el error”, señaló. La legislación española establece que los establecimientos pueden rechazar el pago con tarjeta, pero están obligados a señalizarlo de forma visible.

En realidad, en España, los bares y comercios no están obligados a aceptar tarjeta, ya que cada establecimiento puede decidir los medios de pago que admite. Lo que sí establece la normativa es que deben aceptar siempre efectivo en euros, y que cualquier restricción en el uso de tarjeta —ya sea no aceptarla o imponer un importe mínimo— debe estar claramente señalizada y visible para el consumidor antes de la compraón.

Pero los comentarios de hosteleros algunos cansados, otros enfurecidos, le dan la vuelta a la tortilla: "El peor cliente que se puede tener, mesa ocupada a saber cuánto tiempo para consumir un refresco", dice uno.

"Pones pegas por un papel"

Otro añade: "Un refresco con tarjeta. Es que es tremendo", afirma. "Pagas 2 euros por un refresco, el bar te pone el sitio, luz, aire, wifi y le pones pegas por un papel", asegura otro.

El debate refleja un choque cada vez más habitual en la hostelería: la llegada de clientes que utilizan los bares como espacios de trabajo frente a los locales que esperan un consumo proporcional al tiempo de ocupación h pocas molestias en el pago. Una dinámica que se ha intensificado tras la pandemia, con el auge del teletrabajo y la búsqueda de lugares con conexión WiFi.

Mientras unos defienden el derecho a usar un bar como oficina improvisada siempre que se consuma, otros subrayan que los márgenes de beneficio de un refresco no justifican la ocupación prolongada de mesas y, encima, un pago con tarjeta. Entre tanto, la clave sigue siendo la transparencia: tanto en las normas de pago como en las expectativas sobre el uso del espacio.

Foto| Montaje tu_blog_fiscal

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