La Barbera es una de las variedades de uva típicas del Piemonte, en el noroeste italiano. Es la que más extensión de terreno ocupa en la zona seguida muy de cerca por la más conocida Nebbiolo, la del Barolo, y la menos frecuente aunque ciertamente interesante Dolcetto.
La Barbera es una variedad de planta fuerte, resistente, poco exigente en cuanto a condiciones climáticas y con buenos rendimientos en diferentes terrenos y exposiciones. Y no sólo en cantidad si no también en color, acidez y azúcares. Estas características --y su rápida adaptación al pie americano- permitieron su rápida extensión por el Monferrato después de la plaga de la filoxera que arrasó la zona a principios del siglo pasado.
No es de extrañar entonces, que los viticultores de la zona primaran el cultivo de esta variedad productiva y poco exigente para asegurarse el sostén económico necesario con sus abundantes cosechas. A la par, vinos también rudos, corrientes, con acideces elevadas y, a menudo, vinificados con aguja (frizzanti) para el consumo a corto plazo. Nada bueno auguraba esa situación.
De vino de mesa a vinos de calidad
Sin embargo, a finales del siglo pasado el auge de la viticultura llevo a algunos productores a intentar elaborar vinos más serios con la Barbera. Rendimientos menores, mejores cuidados en viña y crianzas en madera dieron alguna sorpresa. Aún así siempre por detrás de la más esquiva pero todopoderosa Nebbiolo con los Barolos.
Hoy en día hay de todo en la viña del señor; y en el mundo de la Barbera. Junto con aquellos que se subieron al carro de la crianza en barrica nueva bordelesa --algunos incluso sin bajarse del de los altos rendimientos, los defectos de vinificación y el exceso de prensa-, llegan al mercado algunas elaboraciones muy cuidadas, de viejas viñas, con rendimientos escasos, con crianzas sostenibles. Incluso alguna con pago determinado, y hasta, unas pocas, ocupando laderas de exposición reservada en la mayoría de los casos al Nebbiolo.
Los vinos de Barbera suelen sorprender por su color negro, de capa impenetrable, y suelen mostrarse muy frutales en nariz, carnosos y con una excelente acidez en boca, aunque algo planos de tanino. Son vinos que se beben fácilmente y que, en la mayoría de los casos (excepto Voerzio) son bastante económicos. Sin duda, una de las mejores relaciones entre calidad y precio del vino italiano.
La cata de Barbera d'Alba. Los vinos
Pues bien, hace poco tuvimos el placer de asistir a una cata de Barberas. Concretamente de Barbera d'Alba, una de las tres denominaciones piamontesas de la Barbera junto a la de Asti y la del Monferrato:
Empezamos con la de Giuseppe Rinaldi 2007, una Barbera clásica, como su etiqueta. Beppe Rinaldi fermenta su Barbera 15 días en "tini di legno", y crianza entre 8 y 18 meses en "botti di rovere", al "gusto antico" como anuncia su web. Y ciertamente es un vino clásico. Buena fruta, buen cuerpo, carnoso y bien ácido. Mora y ciruela negra. Vino joven, bebible y sin defectos. Un buen comienzo.
Sin embargo, las dos siguientes no gustaron tanto: Piani 2006 de Pellisero y Conterno Fantino Vignota 2005, dos vinos muy marcados por notas de su crianza en madera nueva. Piel de naranja, melocotón, notas dulzonas y un cuerpo más ligero apartan estas elaboraciones de lo que nos gusta encontrar en una Barbera.
Pero enseguida volvimos al buen camino con la Scarrone 2006 de Vietti, una barbera elaborada de viejas viñas (60 años) plantadas en Castiglione Falletto, al pie de la "cantina" familiar. De exposión "Barolo", rendimientos controlados y 16 meses en barrica francesa que no asoma para nada en nariz a pesar de ser reciente la añada. Un 2006 fresco, bien de fruta, ciruela negras, excelente en boca, con un tanino suave y terroso. Un vino a tener en cuenta aunque algo cerrado en la actualidad. Esperaremos. No hay problema.
Y para finalizar la tanda tres pesos pesados: Aldo Conterno, Giacomo Conterno, y Sandrone.
Conca Tre Pile 2005 de Aldo Conterno, un vino con buena materia prima pero actualmente muy marcado por la madera: moka, praliné, toffe. Con un estilo muy internacional. Eso sí, con una acidez de vértigo en boca que compensa algo toda esa golosidad en nariz... ¿Podrá este vino integrar todo ese roble nuevo? Es posible. Le seguiremos la pista.
Giacomo Conterno 2005, un estilo completamente diferente el que imprime Giovani (Giacomo Conterno) del de su hermano Aldo. Aquí también hay notas de madera, pero vieja. Algo reducido al inicio, le cuesta abrirse pero lo hace finalmente con buena fruta negra, carnoso y ácido en boca. Sabroso y elegante por fin. Otra Barbera clásica.
Y finalmente Sandrone 2004: el que más gustó en la mesa. A medio camino entre el clasicismo y la supuesta modernidad, Sandrone fermenta su mosto en inoxidable, hace la maloláctica en barrica de 500 litros y somete a su vino a una crianza de 12 meses. Un vino elegante desde el principio. Abierto, frutal, envolvente y carnoso en boca. Bien ácido. Un excelente ejemplo de una buena Barbera. Buenísima relación calidad precio.
Ya sólo nos quedaba probar la de Voerzio, su Pozzo dell’Annunziata pero... ¿quién nos deja los 275 euros que piden por ella?
En Directo al Paladar | Roberto Voerzio Dolcetto d'Alba Priavino 2006 En Directo al Paladar | Vertical de Elisabet Raventós 1999, 2000, 2001, 2002