Se atribuye, no se sabe si a ciencia cierta o de manera apócrifa, al escritor y premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez que "las cosas de la niñez quedan fijadas en la memoria para siempre".
Seguramente, aunque la frase quizá sea más un préstamo que nada que se pueda atribuir al autor de Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba o Crónica de una muerte anunciada, es que tiene bastante razón.
Tanto como para que saltemos a otro 'candidatable' al premio Nobel, en este caso el de la Paz, para el que suele sonar el chef José Andrés a través del trabajo que hace con la oenegé World Central Kitchen. Allí donde hay una catástrofe, allí que aparece él y su despliegue.
Del chef José Andrés y la niñez recuperamos, aprovechando la coyuntura 'nobelística', una receta que el chef asturiano, aunque afincado en Estados Unidos desde hace más de dos décadas, compartió en First We Feast, un seguidísimo programa de streaming en Estados Unidos donde repasó parte de sus gustos, incluyendo snacks y gocheos, no sin antes también mencionar el que define como el sándwich de su infancia.
Fácil, barato y doméstico, el recuerdo infantil de José Andrés es de lo más evidente: entre dos rebanadas de pan de molde, el chef coloca un poco de mayonesa, tomate frito, una conserva de ventresca de atún y, además, una tortilla francesa de dos huevos.
Resultón y funcional, este sándwich, junto a una ensalada, puede ser una buena merienda o una cena más que ligera, a la que solo añade algo exótico: una pizca de alga furikake, que aporte crujiente al sándwich, aunque se lo podéis quitar sin problemas.
Imágenes | First We Feast