Huele a casa y a cocina de toda la vida cuando la sopa de fideos humea desde la puerta de la cocina, esperando a que empuñemos las cucharas y hagamos repicar los platos hondos sobre la mesa.
Pocos platos hay tan baratos, sencillos y a la vez reconfortantes como una buena sopa, plan que siempre apetece —incluso en días no tan fríos— y que nos ayuda a templar un poquito el cuerpo y el alma.
Hoy no vamos a descubrir América en lo gastronómico, pero sí os vamos a dar un par de pequeñas pistas para que vuestra sopa de fideos sea la mejor del mundo —con permiso de la de vuestra abuela, suegra y madre—, con su caldo de pollo.
Como es lógico, podéis jugar con el tipo de fideos que prefiráis, ya sean cabellín o sean algo más gruesos, o si tenéis niños en casa, la clásica sopa de estrellas o de letras que tantos buenos momentos nos han dado en la infancia. La clave, como siempre, un buen caldo de pollo.
Ponemos todos los ingredientes en una olla con agua fría a hervir y vamos desespumando cada 10 o 15 minutos.
Cocemos todo junto durante unas tres horas a fuego suave o 45 min en olla express y ponemos al final a punto de sal si fuera necesario.
Colamos y reservamos las carnes para una ropa vieja o unas croquetas y hervimos de nuevo litro y medio de caldo y echamos los fideos sin parar de mover para que no se peguen.
Cocemos tres o cuatro minutos, según el fabricante, y servimos la sopa de fideos muy caliente, acompañada si queremos de la carne picada en daditos.
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Con qué acompañar la sopa de fideos
A partir de una sopa de fideos podemos levantar el menú que queráis. Una tortilla francesa, una pechuga de pollo a la plancha, un poco de pescado al horno, unos huevos fritos… Como queráis continuar el menú es tan sencillo como pretendáis.
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