Nuestro organismo tiene una gran capacidad para absorber cobre de los distintos alimentos, aunque poseemos una baja concentración de este oligoelemento tan indispensable para nuestra vida. El cobre suele almacenarse en nuestro tejido muscular, en la sangre o en el hígado, al menos éstas son las partes orgánicas que más lo acumulan.
Nuestra salud se encuentra asociada a los niveles de cobre de nuestro organismo, por ello es importante que no tengamos déficit del oligoelemento en cuestión. La actividad enzimática está fuertemente asociada al cobre, además se encuentra ligado a distintas proteínas causantes de la oxidación de otro elemento importante en nuestro organismo, el hierro. Un déficit de cobre provoca que nuestro organismo no pueda aprovechar el hierro aportado por los alimentos y como consecuencia, podamos padecer una anemia. Son múltiples las aplicaciones realizadas por nuestro organismo con el cobre, desarrollar los vasos sanguíneos, recuperar tejidos que han sido dañados, etc.
La verdad es que el cobre, al igual que el resto de minerales, son necesarios para el buen estado de salud y un óptimo funcionamiento del organismo. Nuestra dieta debería aportarnos al menos 2 miligramos diarios de cobre, que podemos obtener consumiendo pescado, marisco o nueces entre otros productos. Con una alimentación rica y variada como la que se realiza con la dieta mediterránea, la falta de cobre no será un problema.
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