En cuanto el verano se despide y las primeras brumas del amanecer cubren los valles, hay un rincón en el interior de la península donde la naturaleza comienza a hablar más alto. Es una voz antigua, ronca, profunda. Una llamada que resuena entre encinas, alcornoques y pastos dorados por el sol. Es la berrea del ciervo, uno de los espectáculos más salvajes y conmovedores que pueden presenciarse en la naturaleza española.
Ocurre cada otoño, en un escenario que parece detenido en el tiempo, donde los animales se mueven con libertad y el paisaje se transforma en un mosaico de colores cálidos, aromas húmedos y sonidos primitivos. Este lugar no es otro que el Parque Nacional de Cabañeros, un tesoro natural que se extiende entre las provincias de Toledo y Ciudad Real, considerado uno de los mejores exponentes del bosque mediterráneo y la dehesa en toda España.
El parque es una joya por sí sola, pero lo que lo rodea también tiene mucho que contar. Entre colinas suaves, caminos de tierra y campos interminables, aparece Retuerta del Bullaque. Este pequeño pueblo de Ciudad Real, discreto pero lleno de matices, es una de las principales puertas de entrada a Cabañeros.
Desde aquí parten senderos hacia los montes, excursiones guiadas, rutas en todoterreno… pero también empieza un viaje más íntimo, más pausado: el del descubrimiento de un lugar que guarda tradiciones, sabores y una conexión intensa con la tierra.
Retuerta del Bullaque tiene un nombre que habla de agua y de historia. “Rivus tortus” llamaban los romanos al arroyo retorcido que cruza estas tierras, el Bullaque, dando origen a una toponimia que ha llegado intacta hasta nuestros días. El pueblo, de casas bajas y calles tranquilas, conserva la esencia rural de los Montes de Toledo.
Viñedos en otoño de Dehesa del Carrizal.
Su iglesia parroquial, dedicada a San Bartolomé, es uno de los pocos elementos monumentales, pero el verdadero valor está en el entorno, en la hospitalidad de sus gentes y en ese aire de frontera entre lo salvaje y lo doméstico. Retuerta fue durante siglos tierra de paso, de ganaderos y cazadores, y aún hoy mantiene esa relación estrecha con el campo y el monte.
Plaza mayor de Retuerta del Bullaque. ©Turismo Ciudad Real.
Pero si por algo se está haciendo un nombre este municipio, es por su decidida apuesta por el enoturismo de alta calidad. Aquí se encuentran dos de las bodegas más reconocidas de toda Castilla-La Mancha, ambas con la prestigiosa categoría de vino de pago.
Retuerta del Bullaque, meca del enoturismo
Finca de Dehesa del Carrizal.
La primera de ellas es Dehesa del Carrizal, una finca ubicada en un paraje de colinas suaves y vegetación mediterránea. Sus vinos, elaborados a partir de variedades como syrah, petit verdot o cabernet sauvignon, son elegantes, complejos y profundamente ligados al terruño. Visitar la bodega supone adentrarse en un proyecto donde cada detalle cuenta: desde el cultivo sostenible de las viñas hasta las catas dirigidas en un entorno privilegiado.
La segunda joya vinícola de la zona es Pago Vallegarcía. Con una filosofía similar pero un estilo propio, esta bodega apuesta por la viticultura de precisión y por la producción de vinos con carácter, que nacen directamente del paisaje que los rodea.
Lavanda y viñedo en Pago de Vallegarcía.
Recorrer sus instalaciones, pasear por los viñedos o catar alguno de sus tintos mientras se contempla el horizonte de encinas es una experiencia sensorial completa, donde el vino no es solo una bebida, sino relato, clima, tierra, y tiempo.
A este mapa de sabores se suma otro producto que ha colocado a Retuerta del Bullaque en el foco gastronómico internacional: el aceite. La finca Dehesa El Molinillo ha conseguido lo que parecía reservado a zonas olivareras más conocidas.
Vino tinto Dehesa del Carrizal Cabernet Sauvignon 2022.
En 2024, uno de sus aceites fue elegido el mejor del mundo, un reconocimiento de la Guía EVOOLEUM, que habla del cuidado en el cultivo, de la recolección temprana y de una elaboración impecable.
Sus aceites de oliva virgen extra, intensos y equilibrados, conviven en la finca con otros productos artesanales como el vino y la miel, completando una propuesta agroalimentaria coherente, sostenible y de alta calidad.
Ganado ovino entre olivares en Dehesa El Molinillo.
El otoño es, sin duda, el mejor momento para descubrir Retuerta del Bullaque. Mientras en Cabañeros los ciervos braman y las hojas caen despacio, en el pueblo se respira esa mezcla única de tranquilidad rural y efervescencia de vendimia.
Las bodegas abren sus puertas, las almazaras comienzan la campaña y todo el entorno invita a caminar, a respirar hondo, a dejarse llevar por los ritmos de la tierra. No es un pueblo grande, ni falta que le hace. Lo que ofrece es autenticidad, paisaje y una manera distinta de entender el turismo, más conectada con lo esencial.
Imágenes | Destino Cabañeros / Dehesa del Carrizal / Pago de Vallegarcía / Dehesa El Molinillo / Turismo Ciudad Real