Para muchas personas, El Hierro es una de las islas más desconocidas del archipiélago canario. Pero también puede sentirse como un paraíso a la vuelta de la esquina, especialmente para quienes aman el senderismo y aún piensan que para ver paisajes impresionantes y subtropicales hay que cruzar el ecuador.
En realidad, muy cerca, tenemos islas que más que merecen su apodo de afortunadas. Allí, las oportunidades para practicar senderismo o disfrutar de un turismo activo y saludable abundan. Eso sucede con El Hierro, y en concreto con una de sus rutas más populares: la Ruta de La Llanía.
La Ruta de La Llanía se encuentra en el municipio de Valverde, en el nordeste de El Hierro. Podemos empezar desde el aparcamiento o fuente de La Llanía, junto a la carretera principal de la isla (HI‑1). El trayecto está bien señalizado con carteles y marcas que indican la SLEH1. Al comenzar, entras en un bosque húmedo de laurisilva y fayal‑brezal, un entorno frondoso lleno de helechos, musgo y líquenes, que recuerda esos bosques ancestrales de cuento.
La villa de Valverde, en El Hierro. ©Hola Islas Canarias.
A medida que avanzas, el paisaje va transformándose: el bosque va dando paso a zonas más despejadas, con tierra volcánica, arenas negras, hasta alcanzar miradores con vistas espectaculares al valle —el llamado Valle del Golfo—, a la cala de roques y al mar. En su tramo más completo, la ruta recorre una caldera volcánica —la Hoya de Fireba—, un cráter bien conservado y parte esencial del entramado volcánico de la isla.
La Hoya de Fireba. ©El Hierro Travel.
La ruta ofrece varias maneras de recorrerla, para adaptarse a distintos niveles físicos y planes. Hay una versión corta —la variante verde— con unos 4,2 kilómetros que se completan en unas dos horas caminando con tranquilidad. También una opción naranja de unos 5,6 kilómetros y unas tres horas, ideal si quieres un paseo más pausado y tranquilo.
Finalmente, la versión más completa, la azul, con alrededor de 7,4 kilómetros y unas cuatro horas de recorrido. Para muchos senderistas estas variantes representan desde una sencilla caminata familiar hasta una excursión respirable para quienes disfrutan de un paseo más largo. En general, se considera una ruta de dificultad baja o moderada, apta para casi todos los públicos.
Durante el recorrido encontrarás elementos de naturaleza muy diversa. Primero, el bosque húmedo, densamente cubierto de fayas, líquenes, helechos y musgo, gracias al aire cargado de humedad que atrapan estas especies —una experiencia sensorial intensa, con olores, sonidos y texturas que evocan un bosque subtropical.
Parte del Sendero de la Llanía. ©Hola Islas Canarias.
Luego, los helechos de gran tamaño caracterizan los márgenes del camino en algunas zonas. Más adelante, el terreno se vuelve más abierto; cruzarás zonas de repoblación forestal y antiguos claros, testigos de incendios pasados, donde se aprecia claramente cómo renace la vegetación poco a poco.
Alcanzarás miradores desde los que contemplar una de las calderas volcánicas mejor conservadas de la isla y los acantilados del Golfo, a veces cubiertos por un mar de nubes que parece sacado de un sueño. También pasarás por un lugar con un nombre lleno de misticismo: el Bailadero de las Brujas —un claro en el bosque vinculado a antiguas leyendas populares de reunión de brujas—, que añade un toque mágico a la caminata.
interior de la caldera volcánica Hoya de Fireba. ©Hola Islas Canarias.
Esta ruta puede hacerse prácticamente en cualquier época del año. El bosque húmedo ofrece un refugio fresco incluso en los meses más cálidos. Para recorrerla con comodidad, conviene llevar unas buenas botas de montaña, especialmente si elegís la variante larga: la sucesión de caminos boscosos, tramos de tierra volcánica y zonas con desnivel requiere calzado adecuado.
Una chaqueta ligera o cortavientos puede ser útil, porque en la laurisilva y en los bosques húmedos la bruma y la humedad se notan en el ambiente. Agua, aunque no hay fuentes de agua potable garantizadas durante el camino. Si te gusta la fotografía o simplemente disfrutar del paisaje, una cámara será un acierto: los contrastes de verdes intensos, tierras negras volcánicas y vistas al mar pueden regalar imágenes memorables.
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