Deja de comprar queso rallado: estas son las ventajas de hacerlo tú mismo

Comprarlo envasado es más caro, con una mayor caducidad y con una frescura más comprometida

Queso Rayado
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Son muy pocos los que no adoran el queso. Hoy en día además son múltiples las opciones que ofrecen los supermercados para colmar las ansias de este producto graso.

Entre las opciones más clásicas están los quesos enteros, así como las cuñas. No obstante, la modernidad también nos ha traído queso rallado hasta las neveras de los grandes y pequeños supermercados.

Esta solución es muy práctica para el ritmo de vida actual, ya que consigue ahorrar unos breves instantes de tiempo quienes desean espolvorear este ingrediente por encima de sus platos.

No obstante, comprar el queso rallado no es la mejor opción, pues tiene serias desventajas a nivel de precio, de aditivos artificiales y también de conservación y duración.

Para mantener su correcta textura y sabor, aparte de su conservación, este tipo de quesos suelen llevar más aditivos de los que lleva un queso entero o en cuña. Pues la finalidad última es que cada uno de los hilos de queso esté en perfectas condiciones de sabor y no coja moho.

En su receta original un queso no debería llevar más de tres o cuatro ingredientes: la leche, los fermentos lácteos, la sal y el cuajo. Ahora bien, si uno le da la vuelta al envase y lee los ingredientes del queso rallado normalmente encontrará más de tres o cuatro ingredientes.

Celulosas

Es habitual encontrar en los quesos rallados ingredientes que ayudan a que estos no se apelmacen y queden hechos una bola gigante dentro del paquete con el paso de los días y el transporte, donde unos sobres quedan encima de otros y transmiten su peso a los demás envases.

Los anti-apelmazantes o celulosas en polvo son ingredientes que, aunque no intervienen a nivel de salud, sí que son aditivos añadidos al queso tradicional, y no son comparables con la frescura de un queso recién cortado.

Más allá de consideraciones nutricionales, la solución más fácil, económica y habitualmente más saludable es rallarse uno mismo el queso, actividad en la que no se invierten más de 60 segundos.

Esta solución antigua pasa por dotarse de un rallador cómodo (por ejemplo, que tenga asa), comprar un buen queso con cualidades nutricionales, contrastadas, y un sabor al gusto, y rallarlo antes de su consumo.

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De este modo, siempre estará fresco con buen sabor y una textura de recién cortado que es inigualable. Además, se obtendrá un queso de calidad en la forma y formato que cada uno para sus recetas sin añadidos artificiales.

Foto | Freepik

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