Son trece los años los que lleva la OCU insistiendo a la AESAN —y a la administración comunitaria— de que es necesario aumentar el tamaño de la letra en los etiquetados de los alimentos. Trece años en los que nos mantenemos en 1,2 milímetros, un tamaño de fuente prácticamente ilegible,
En esa demanda, la OCU insta a las administraciones públicas a que aumente el tamaño de la fuente hasta los 3,0 milímetros. Sigue siendo una quimera, sobre todo a partir de ciertas edades, y más aún cuando tenemos que entender lo que estamos leyendo.
No es la primera que hablamos de ello. De hecho, ya hace tiempo reivindicamos cómo perder peso en el supermercado enseñando a leer las etiquetas nutricionales de los productos, y en este caso es además la población más mayor la que peor lo pasa.
Según explica la OCU en un comunicado de prensa tras una encuesta a casi 1.000 consumidores, el 56% de las personas no lee el etiquetado con atención. Además, en la misma encuesta, otro 41% de los entrevistados reconoce no tener clara la diferencia entre fecha de caducidad y consumo preferente.
En este sentido, las conclusiones de la OCU además apuntan a que la dificultad de leer el etiquetado se dispara a un 70% en el caso de las personas mayores de 60 años, aunque las razones que citan son diversas. Falta de hábito, demasiado tiempo para revisarla, difícil de entender o complicaciones a la hora de buscar la información hace que mucha gente desista de leer el etiquetado de sus productos.
También inciden en que el etiquetado de los productos cambie y que sea la parte frontal del envase donde esté la información esencial. Fecha de caducidad o de consumo preferente, lista de ingredientes y Nutriscore, puntualizando que no tengan que competir en espacio con mensajes publicitarios.
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De hecho, este es otro de los caballos de batalla según los encuestados, pues dos tercios de las respuestas consideran que se hace un uso excesivo de la publicidad nutricional y de salud en los productos de alimentación. Una realidad terca, pues solo el 35% de los productos con estos reclamos son realmente más saludables, afirma la OCU en la publicación del número de febrero de su revista Salud.
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