Lidl es una de las últimas grandes cadenas de supermercados de España que faltaba por tener un servicio de comida para llevar. Su propuesta, no sabemos si por casualidad, lleva exactamente el mismo nombre de de Mercadona: Listo para comer. Pero poco tiene que ver con el servicio que ya ha implementado en casi todos su supermercados la cadena valenciana.
En Lidl, fieles a su estilo, no habrá un mostrador donde pedir la comida a trabajadores. Tampoco habrá espacio para comer en los supermercados. Como todo en la cadena es puro autoservicio.
Como había explicado ya la cadena, el nuevo servicio de platos preparados incluye dos nuevas propuestas: una de platos preparados fríos, envasados en atmosfera protectora, que se pueden calentar en microondas; y otra, la más novedosa, de platos calientes, de estilo fast food.
Nos desplazamos al Lidl de la avenida Institución libre de enseñanza (antes Hermanos García Noblejas), uno de los cuatro supermercados de la Comunidad de Madrid donde se ha estrenado el servicio, y comprobamos lo que la cadena alemana tiene que ofrecernos.
Teníamos algo de expectativas en torno a la propuesta de platos preparados de Lidl, pues estamos acostumbrados a que la cadena haga mejores movimientos. Nos encanta su selección de quesos, sus vinos, su leche fresca y que fuera el primer supermercado en renunciar a los huevos de gallinas enjauladas, pero este servicio nos ha decepcionado.
Listo para comer (desde Alemania)
Los platos calientes se preparan solo a las 12:30 y a las 18:00, para estar disponibles en comidas y cenas. Nosotros llegamos antes de las 14 y ya no quedan hamburguesas, pero sí pollo asado, burritos y nuggets. Compramos estos últimos, la categoría que, según el propio supermercado, solo se puede encontrar en Lidl, además de tres platos preparados, presentados en frío: albóngidas a la jardinera, macarrones a la boloñesa y paella. Estamos listos para empezar la cata.
Lo primero que nos llama la atención de los platos calientes, es que están producidos en Alemania. El producto llega congelado a los Lidl españoles, donde se limitan a hornearlo. Esto hace además que, por razones de seguridad alimentaria, el alimento no pueda recalentarse. Teniendo en cuenta que los Lidl no cuentan de momento con un espacio para comer en la tienda, tendremos que tener la casa o la oficina cerca del supermercado para disfrutar de sus bocados calientes. No es nuestro caso y, tras media hora de viaje en metro, estaba todo frío.
La experiencia empieza torcida, pero empeora cuando observamos los burritos, uno de "carne de ternera ligeramente sazonada, con hortalizas frescas y queso" y otro vegetariano, de falafel. Ambos están recalentados de forma deficiente: la tortilla está blandengue por el centro, y reseca por los lados. Pero el relleno es aún peor. Visualmente no cuenta con ningún elemento reconocible, más allá de algún grano de maíz dulce: es todo una pasta uniforme.
Con este aspecto no dan gana siquiera de dar un bocado al invento, y comprobamos que su sabor acompaña a su aspecto. La opción vegetariana, de falafel, es aún peor que la de carne: el popular buñuelo de garbanzos de la cocina de oriente medio ha perdido todo rastro de crujiente, si es que lo tuvo algún día, y resulta una masa de textura desagradable.
El hecho de que estos bocados vengan de Alemania hace que la propuesta de Lidl no pueda competir siquiera con la de las cadenas de fast food, cuyos platos al menos incluyen algún vegetal fresco. Y ni siquiera es más barata: los burritos cuestan 2,49 euros, y no son nada grandes.
Dice poco del servicio que Lidl que, de largo, el mejor de los platos calientes era el de nuggets, y eso que estaban fríos. Al menos sabemos a que atenernos al comprar este hito fundacional de la comida rápida: no están ni mejor ni peor que otros.
Los platos fríos tampoco matan
Pasamos ahora a probar los platos fríos, que se estrenan en Lidl, pero no en el mercado español. Se trata de una pequeña oferta de platos preparados, elaborados por la empresa catalana Bo De Debò, que fabrica estos mismos productos para otros gigantes como Carrefour, El Corte Ingles, Condis o Alcampo.
Todos estos platos vienen envasados en atmósfera protectora y tienen una vida útil de casi una semana. Como se indica en el envase, se deben calentar en microondas a máxima potencia durante 2 o 3 minutos. Y así hacemos, para descubrir unos platos que no valen gran cosa.
La paella es como cualquier otro arroz envasado de este etipo, con un grano pasado, y nada apetecible, pero es el mejor de los platos que hemos probado. La pasta con tomate está pasadísima y las albóndigas tienen esa textura pastosa que solo se encuentra en su versión en lata. Son, claro, platos baratos. Su precio va de los 2,39 a los 2,79 euros, pero no vemos la necesidad de recurrir a ellos cuando por solo tres o cuatro euros más puedes comer medio menú en cualquier restaurante, que a buen seguro será más apetecible, o, directamente, optar por otros platos preparados que ya ofrecía la cadena, como las ensaladas de quinta gama.
Conclusión: necesita mejorar
Los platos de Lidl no matan y su nueva oferta no incluye un solo plato saludable. No es que los platos ricos en vegetales sean mayoría en las propuestas de comida para llevar de los supermercados, pero al menos se pueden encontrar unas judías verdes o un buffet de ensaladas. Nada de esto hallamos entre los nuevos platos que nos ofrece Lidl: todos entran en la categoría de platos ultraprocesados no saludables.
Lo cierto es que no nos ha gustado la nueva propuesta de platos preparados de Lidl, que, esperemos, se mejore en estas pruebas piloto antes antes de implantarse en el resto del territorio.
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