Las redes sociales han vuelto a convertir un gesto doméstico cotidiano en un tema de conversación nacional. Todo empezó cuando una tiktoker preguntó a sus seguidores cómo apuraban los restos de tomate frito en su correspondiente brick y la avalancha de respuestas demuestra que no hay una única manera de hacerlo en los hogares españoles, aunque una sobresalga especialmente.
Lo más común es añadir un poco de agua al bote, agitar con fuerza y volcar el contenido en la sartén. Esta práctica, heredada de generaciones anteriores, permite aprovechar hasta la última cucharada de salsa y evita que se desperdicie lo que queda adherido en el vidrio. El agua solo le quita densidad al preparado, pero no afecta a su sabor (sí a la concentración).
La sorpresa llega con quienes confiesan usar leche entera en lugar de agua. Según sus defensores, este truco no solo arrastra los restos de tomate, sino que aporta un toque cremoso a la salsa. Para algunos es una genialidad, para otros una ocurrencia difícil de justificar.
Los comentarios muestran la división: "¡No! Eso si es raro. To le echo agua", dice una, mientras que otra defiende: "Yo lo he hecho siempre, y la salsa de tomate queda más cremosa", dice. "Es como si le echaras un poco de nata al tomate. Le da muy buen sabor a la pasta", defiende una cuenta.
No faltan los que lo consideran, entre líneas, un sacrilegio culinario, convencidos de que esa mezcla rompe por completo el sabor original del tomate. Son muchos los que añaden agua y también agua de heervir la pasta, pero también los prácticos.
En este debate, también aparecen quienes optan por métodos alternativos. Algunos añaden caldo casero para potenciar el gusto del guiso, mientras otros prefieren recurrir a la cuchara para rascar hasta el último resto. Cada familia parece tener su propia tradición para no desperdiciar ni una gota.
Algunos usan el método más sensato de cortar el brik y escurrirlo o de "plancharlo por completo", medio desmontando sus esquinas, para terminar de apurar. Otros, todavía más prácticos aseguran: "Se tira, y punto".
El trasfondo: la obsesión por el aprovechamiento máximo en la cocina. En un país con una fuerte cultura del “no se tira nada”, rascar un bote de salsa es casi un acto de respeto hacia la comida. Que se haga con agua, leche o caldo importa menos que la intención de no malgastar.
@mundofamilia quien echa leche al tomate frito?? leche al tomate frito #cocinando #cocinarencasa #cocinandoencasa
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Lo que parece indiscutible es que la polémica se enreda porque refleja la creatividad de la cocina casera, hecha de trucos improvisados y soluciones prácticas. No es la primera vez (ni la última) que un gesto tan simple genera debate encendido.
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