Un brote de listeriosis vinculado a la ingesta de quesos blandos ha desencadenado una crisis sanitaria internacional, tras confirmarse dos fallecimientos en Francia y múltiples casos de enfermedad. El centro del problema es la empresa familiar francesa Chavegrand, cuya producción de quesos de leche pasteurizada —tanto de vaca como de cabra— ha sido identificada como origen probable del brote.
El Gobierno francés ha decidido retirar del mercado un gran número de lotes —alrededor de cuarenta— de quesos con corteza blanda producidos por dicha firma. Estos productos fueron vendidos hasta el 9 de agosto en Francia y también exportados internacionalmente.
El brote ha afectado a al menos 21 personas en Francia, con edades comprendidas entre 34 y 95 años. De esos casos, se han reportado dos muertes: una de las personas fallecidas tenía condiciones de salud subyacentes, mientras que sobre el otro caso aún no se han aportado detalles.
Las autoridades francesas, vía el Ministerio de Agricultura, han iniciado notificaciones sanitarias a través del Sistema de Alerta Rápida para la Alimentación Humana y Animal (RASFF).
Según los datos disponibles hasta el 13 de agosto, estos quesos se comercializaron en aproximadamente 30 países, incluidos 14 estados miembros de la UE: Alemania, Bélgica, Italia, Suiza, Dinamarca, Países Bajos, Eslovaquia, España, Suecia, Hungría, Finlandia, Austria, Estonia y República Checa.
Fuera del bloque comunitario, también se registraron ventas en Madagascar, Polinesia Francesa, Costa de Marfil, Burkina Faso, Reino Unido, Camboya, Canadá, Hong Kong, Mauricio, Nueva Caledonia, Malasia, Corea del Sur, Japón, Singapur, Australia y Estados Unidos.
En Alemania, se ha activado un sistema de alerta que abarca varias regiones. El fabricante emitió una retirada de productos que incluía tres tipos de queso, según publicaciones locales del 13 y 14 de agosto. Los canales de venta alcanzados incluyen cadenas como Rewe, donde se comercializaron al menos dos de los tres productos implicados.
Las autoridades sanitarias resaltan que la presentación de los síntomas puede retrasarse hasta ocho semanas tras el consumo, una característica típica de la listeriosis. Los síntomas incluyen fiebre, dolor muscular, náuseas, diarrea y, en los casos más graves, complicaciones como meningitis o sepsis. Grupos de riesgo como embarazadas, personas mayores o con sistemas inmunitarios comprometidos son especialmente vulnerables.
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