Pedir un café y comerte tu propio bocata, un polémico 'typical spanish': “Una vez me pidieron que les exprimiera sus naranjas”

Una parodia en redes enciende el debate sobre quienes se piden una bebida pero desenfundan su bocata traído de casa en los bares

Pexels Joaquin Carfagna 3131171 16753349
3 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail
joana-costa

Joana Costa

Editor

Hay tradiciones que se entienden solo si has crecido en ellas. Como comer uvas en Nochevieja, aplaudir cuando aterriza el avión o, descaradamente, sacar tu propio bocata en mitad de un bar como si nada. Lo sabemos: esto último ocurre, y no en pueblos remotos ni bares clandestinos, sino en plena ciudad, a la hora del almuerzo y con total naturalidad. 

Esta suele ser la imagen de cientos de bares en nuestro país, donde sobre todo personas trabajadoras desenfundan enormes bocatas en papel de aluminio para reponer energías en su hora de descanso y, sin complejos, solamente piden un café para enojo de algunos hosteleros. No en vano hay en España tantos establecimientos con un cartel que reza: "Prohibido consumir alimentos de fuera".

Ha sido una parodia en redes la que ha ha abierto el melón sobre esta costumbre, dividiendo a quienes ven normal este gesto mientras se consuma algo en la mesa, y los que mandan a paseo a esa clase de cliente que quiere ratear al máximo la consumición y se apoya en la inflación de los precios.

Un vistazo a…
Cómo cocinar de forma segura

Hasta aceite y vinagre

“Una vez me pidieron que les exprimiera sus naranjas”, cuenta un camarero en TikTok entre risas e incredulidad sobre si es lícito o no este gesto tan nuestro. En su caso, la costumbre del bocata pasó claramente la línea de la cortesía.

Pero no todo toca tanto el extremo: “A mí me pasó hace poco en el trabajo”, comentaba otro. “Un tío se pidió un bocadillo y un café, pero sacó una ensalada de la calle y me pidió cubiertos, aceite y vinagre. Le cobré por ello y me lió una”, detalla otro.

“No he vuelto más”

Al respecto de esta descarada costumbre otra mujer relata: “Yo fui a un bar con mi hija, consumimos las dos, pero mi hermana sacó un bocata y justo cuando iba a pedir un café, el dueño la frenó. Le dijo que no podía comerse ese bocadillo porque no era de allí. No he vuelto más”.

Sea como sea, este fenómeno es un campo de minas para el gremio de la hostelería, que ve cómo la frontera entre cliente y okupa gastronómico se difumina, sobre todo a la hora del desayuno cuando las ofertas de café y bocata buscan ampliar el ticket y no verlo mermado por quienes llegan con el pan bajo el brazo.

Foto | Joaquin Carfagna

En DAP | La extravagante oferta de un bar asturiano: los chupitos te salen a 50 céntimos si aguantas una descarga eléctrica

En DAP | El frankfurt con más solera de Barcelona (y Catalunya) que triunfa como el primer día

Inicio
×

Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas de audiencia y mostrar publicidad personalizada analizando tu navegación. Si sigues navegando estarás aceptando su uso. Más información