Joana Costa
EditorCuando Garbiñe Muguruza no está sobre la pista, parece que juega sus mejores puntos entre sartenes. Su cocina, luminosa y ordenada, refleja el mismo equilibrio que su juego: precisión y estilo. Un espacio pensado para cocinar, compartir y —por qué no— presumir de buen gusto.
La estancia combina muebles en color crema con líneas suaves y detalles de diseño contemporáneo. No hay estridencias ni contrastes forzados: todo responde a una idea clara de armonía. La luz natural inunda cada rincón, realzando los tonos neutros y creando un ambiente sereno.
Los electrodomésticos son otro capítulo aparte. La campeona apuesta por firmas de alta gama como Smeg, iconos del diseño funcional que elevan el nivel de cualquier cocina. Hornos empotrados, frigoríficos retro y pequeños detalles metálicos completan la estética elegante.
Vajilla con carácter
En lugar de saturar el espacio con decoración, Muguruza opta por la sobriedad y por una vajilla con carácter, pintada a mano. Algunos objetos cerámicos, una cafetera de diseño y plantas discretas aportan calidez y personalidad sin romper el equilibrio visual. Todo parece pensado para durar, no para impresionar.
El orden es protagonista. Los armarios lisos, con tiradores negros a juego con las ventanas, los cajones ocultos y las encimeras despejadas reflejan una mentalidad práctica, casi minimalista. Es una cocina para vivirla, no para exhibirla, aunque resulta difícil no quedarse mirando cada detalle.
La luz juega un papel esencial
Grandes ventanales dejan pasar el sol de la mañana, transformando la cocina en un espacio acogedor. Esa claridad envolvente convierte lo cotidiano en elegante: preparar un café, cortar frutas o leer las noticias adquiere otro ritmo.
A nivel funcional, todo está al alcance y bien planificado. La distribución ergonómica y los materiales resistentes hablan de alguien que entiende la cocina como un lugar de bienestar. Cada elemento —desde los tiradores hasta la iluminación— cumple su papel con discreta eficacia.
Además, la cocina está pegada a un pasillo lleno de pequeñas fotos y recuerdos emocionales que consiguen que la cocina se entienda también como un espacio de abrazo y de hogar en mayúsculas.
El resultado es una cocina que combina diseño, tecnología y alma. Un espacio que podría estar en una revista de interiorismo, pero que pertenece a una deportista que sabe que la belleza también se construye con orden y calma.
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