De golpe, los jerséis molestan, las sandalias escasean y nadie sabe dónde quedó aquel vestido blanco o pantalón corto tan fresco. El cambio de armario no solo remueve ropa: cuestiona estilos, prioridades y espacio vital
Hay quien piensa que el cambio de armario es una cuestión de orden, pero en realidad es más bien una lucha de poder entre estaciones. La ropa de invierno empieza a estorbar justo cuando aún no sabes si la primavera ha llegado para quedarse o solo está de visita.
Es entonces cuando uno abre el armario y no encuentra nada que le guste, que le sirva o que le represente. No es un problema de moda, sino de identidad. Ese jersey que antes adorabas ahora parece una reliquia de otra vida.
Y por supuesto, al intentar hacer espacio, surge el dilema: ¿guardar o donar? Decidir qué se queda y qué se va es un ejercicio de criterio, no de nostalgia. Porque sí, hay prendas que no volverás a usar por mucho que te mientas.
Organizar el armario implica también aceptar que hay límites. El espacio, el tiempo y la cantidad de ropa que realmente usamos. Aquí entran los sistemas de almacenaje como aliados del control doméstico, no como un fin decorativo en sí.
Los mejores tips
Lava antes de guardar
Antes de guardar la ropa de invierno, asegúrate de que está limpia. Incluso si parece sin usar, puede contener restos de sudor o perfume que con el tiempo generan mal olor o manchas. Las prendas limpias se conservan mejor y evitarás sorpresas desagradables al recuperarlas.
Usa bolsas al vacío o cajas herméticas
Los jerséis, bufandas y abrigos ocupan mucho espacio. Las bolsas al vacío reducen el volumen y protegen de la humedad y las polillas. Si prefieres cajas, elige las de tapa hermética y añade bolsitas antipolillas o de lavanda para mantener el buen olor.
Etiqueta cada caja o bolsa
Una etiqueta clara (“Jerséis de lana”, “Abrigos gruesos”, “Ropa de nieve”) te ahorrará tiempo cuando llegue el próximo invierno. No confíes en tu memoria: etiquetar es una forma de ganar claridad y orden.
Revisa lo que ya no usas
El cambio de armario es el momento ideal para depurar. Si algo no lo has usado en todo el invierno, probablemente no lo usarás el siguiente. Separa lo que vas a donar, lo que necesita arreglo, y lo que ya debe salir de tu armario.
Sacude y airea la ropa antes de colocarla
Aunque esté limpia del año anterior, la ropa de verano puede haberse amarilleado o quedado con olor a cerrado. Sacúdela, revísala al sol y aprovecha para lavarla si ha estado demasiado tiempo guardada. Especialmente los alérgicos a los ácaros.
Organiza por tipo y uso real
Clasifica camisetas, vestidos, pantalones y ropa de playa. Lo más útil debe estar más a mano. Lo de eventos puntuales (bodas, vacaciones, etc.) puede ir al fondo o en perchas especiales. Así, el armario responde a tu rutina.

Usa perchas finas y unificadas
Las perchas finas ahorran espacio y dan un aspecto uniforme. Si además las agrupas por color o por tipo de prenda, tu armario parecerá más ordenado y te será más fácil elegir cada mañana.
Aprovecha un día de luz
No hagas el cambio de armario con prisas. Abre ventanas, despeja la cama y tómate unas horas para hacerlo bien. Tender la ropa al sol si es necesario, limpiar estanterías y cajones: es un cambio de temporada, pero también de ambiente.
Aromatiza el armario
Pon saquitos de lavanda, pastillas de jabón natural o bolsitas de arroz con aceites esenciales. Además de evitar malos olores, ayudan a que tu ropa esté siempre fresca y acogedora al abrir el armario.
Un armario bien ordenado no es el más lleno, sino el más funcional. Tener acceso rápido a lo que se usa cada semana simplifica rutinas y evita compras duplicadas. Porque el verdadero lujo es encontrar lo que necesitas sin revolver todo.
Al final, el cambio de armario puede ser un acto de higiene emocional. Deshacerse de lo que ya no tiene sentido, dar espacio a lo que sí y recordar que no se trata de tener más, sino de tener mejor y más funcional.
Foto | Alex P y Kai Pilger
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