Cuando estás harto de que nadie en casa retire bien la comida de los platos antes de ponerlos en el fregadero y de que los restos de comida terminen acumulados en el filtro ya suele ser demasiado tarde para evitar que este se haya atascado.
Los malos olores de los restos de comida atrapada en la tubería son la señal inequívoca de que hay que actuar, aunque todavía hay otra mucho peor: la ralentización del drenaje del fregadero, que se encharca y convierte en algo desagradable cada gesto de abrir el grifo.
Esto no es solo una desagradable sensación, sino que ciertamente esta es una zona que puede ser absolutamente insalubre, sobre todo si en ella no se mantiene una rigurosa higiene.
Según un estudio de la Universidad de Barcelona junto a la Fundación de Estudios para la Salud y la Seguridad Social (FESS), el fregadero acumula hasta 100.000 veces más microorganismos que el baño.
Una correcta higiene de este espacio no solo es necesaria para evitar los atascos, sino que es imprescindible para que esta zona tan sensible y cercana a la manipulación de los alimentos quede libre de cualquier germen.
Huelga decir que el primer paso para evitar atascos es, justamente, hacer pedagogía familiar de la importancia de retirar cualquier resto de comida de los platos y utensilios antes de que estos entren en el fregadero.
Si pese a todo el atasco ya es una realidad, ha llegado la hora de actuar y no es necesario hacerlo con demasiados productos, sino que existe una eficaz manera de deshacerse de estos problemas simplemente dos ingredientes muy habituales en la cocina y aliándose al clásico desatascador para operar.
Si bien los productos desatascadores comerciales son grandes socios para terminar con estos embozos, se pueden aplicar otras soluciones manuales, mucho más interesantes a nivel de cuidado de las tuberías.
Cuatro pasos
Primero (si el embozo es de una gran magnitud y ya no hay quien achique el agua del fregadero) hay que coger el desatascador manual y moverlo de arriba para abajo de manera que el agujero empiece a drenar hasta evacuar por completo la sala.
Una vez el fregadero esté vacío, hay que echar una taza de bicarbonato en el desagüe, y después la misma cantidad de vinagre. Acto seguido hay que cubrirlo con el tapón (o en su defecto cubrirlo con una bayeta) y dejar actuar la solución durante una hora.
Después, hay que aclararcel desagüe con abundante agua caliente. Este gesto tiene que ser suficiente para terminar con el atasco pero, en caso contrario, se puede repetir esta operación en varias ocasiones.
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De hecho, esta solución es la misma que debe usarse para mantener limpios los desagües y las tuberías que están bajo estos y así evitar llegar a estos extremos. Una correcta higiene pasa por aplicar estos pasos de forma habitual.Fotos | Fede/Pixabay y StockSnap/Pixabay.
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