Hay cocinas impecables en fotos, llenas de materiales caros y electrodomésticos de lujo, que luego en el día a día no funcionan. No por falta de estilo, sino por un detalle que parece menor y acaba dictando cómo se mueve todo en la estancia: dónde colocamos la placa y el fregadero.
Ese gesto de diseño que muchos resuelven a ojo suele ser, según los especialistas, el primer gran tropiezo. Miguel Gómez, experto en cocinas y creador de contenido en Instagram, lo resume sin rodeos: muchos los sitúan mal.
Y cuando la distribución falla, falla todo lo demás. De ahí su insistencia en explicar por qué este error es tan común y cómo se corrige para que la cocina, más allá de verse bien, funcione de verdad.
En el vídeo que Miguel Gómez comparte en su perfil de Instagram, @formas_cocinas, hay una idea que desmonta muchas cocinas recién estrenadas: la mayoría sitúa la placa y el fregadero en lugares poco prácticos, y sobre todo, no orientados a lo social.
No es cuestión de estilo ni de modas, sino de cómo se mueve el cuerpo cuando se cocina y de si ese recorrido facilita o entorpece el día a día, pero sobre todo, en el caso de las cocinas con barra o isla, la placa debe ir orientada a lo social.
Ganancia en comunicación
Gómez insiste en que el punto de partida es siempre el mismo: decidir hacia dónde se mira cuando se cocina. En cocinas paralelas, con isla o península, lo ideal es que la placa mire hacia la zona social. Es decir, nada de cocinar encarado a una pared si se puede evitar. Esta postura mejora la comunicación, hace el espacio más amable y evita que quien cocina quede aislado del resto de la casa.
Otra de sus reglas claras tiene que ver con el orden del trabajo. Para que la cocina fluya, la placa y el fregadero deberían quedar en paralelo, uno frente al otro, separados por la distancia justa para girar el cuerpo sin necesidad de desplazarse.
Según muestra en su vídeo, este gesto (girar, dejar algo sucio y continuar) es la base de una cocina ergonómica. Todo está accesible, ningún movimiento se desperdicia y la encimera se aprovecha mejor.
Un fregadero lleno ensucia la cocina
Gómez advierte también de un error muy habitual: colocar el fregadero en el punto más visible o social de la estancia. No es práctico ni favorece la estética, ya que suele convertirse en la zona que más utensilios y restos acumula. En cambio, orientar la placa hacia el exterior (ventana, salón o comedor) hace que cocinar sea más agradable y que la iluminación juegue a favor.
A partir de sus recomendaciones de este experto surgen varias pautas sencillas: mantener un triángulo de trabajo claro entre frigorífico, fregadero y placa; evitar rincones incómodos o zonas donde las puertas chocan; cuidar la luz natural para trabajar con comodidad; y reservar un buen tramo de encimera libre entre áreas de uso.
Como recuerda Gómez, una cocina no es solo un lugar para cocinar, sino un espacio que debe entender cómo vivimos. Y cuando la distribución acompaña, todo lo demás (materiales, colores, estilos) empieza a encajar por sí solo.
Foto | @formas_cocinas
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