En países centroeuropeos como Suiza la fruta de temporada local llega a los mercados un poco más tarde que en España. Por eso las ciruelas son un poco ya la despedida del verano, frutas que anuncian la llegada del otoño y días más fríos. Antes de que los hornos familiares se entreguen al aroma de manzanas, peras, castañas y especias, el pastel de ciruelas casero endulza la vuelta a la rutina.
En alemán existen varias palabras distintas para denominar a la ciruela, según el país o la región, aunque en Suiza lo habitual es diferenciar entre Pflaumen y Zwetschgen como dos variedades distintas. Las segundas son las ciruelas alargadas, que en Murcia llamamos 'huevo de toro', típicas precisamente de estas semanas finales de verano y comienzos de otoño. Y es la protagonista del pastel de ciruelas que muchas familias preparan cada año.
La receta de mi casa es muy similar a tantas otras que se repiten también en recetarios de referencia como la mítica Betty Bossi, con base de bizcocho de mantequilla y mucha fruta. Me gusta combinar piezas más ácidas con ejemplares más maduros que crean ese rico contraste en la masa, con una miga esponjosa pero húmeda y muy sabrosa, creando un pastel tierno, aromático y que no empalaga demasiado.
Lavar, secar y trocear las ciruelas retirando el hueso. Si estuvieran muy verdes, espolvorear con un poco de azúcar y reservar. Forrar o engrasar un molde redondo de unos 24 cm de diámetro y precalentar el horno a 200 ºC con calor arriba y abajo, o 180 ºC con aire.
Batir con batidora de varillas la mantequilla hasta que quede cremosa. Añadir el azúcar y batir con cuidado unos minutos hasta que esponje. Incorporar la vainilla y los huevos uno a uno, batiendo después de cada adición. Batir más a velocidad media-alta, debe quedar muy cremoso y esponjoso.
Tamizar aparte la harina con la sal y la levadura, y echar poco a poco la mezcla a la primera masa, mezclando a mano con unas varillas manuales. Continuar hasta terminar con una masa homogénea sin grumos, sin mezclar en exceso.
Llenar el molde y cubrir con las ciruelas, presionando ligeramente para que se hundan un poco. Espolvorear con azúcar moreno y hornear a media altura durante unos 60 minutos. Esperar un poco antes de desmoldar y dejar enfriar por completo.
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Con qué acompañar el pastel de ciruelas suizo
Nada más que un café, una infusión, un vaso de leche o una copa de vino blanco tipo riesling es lo que hace falta para disfrutar de un pedazo de este pastel. Si nos ponemos más golosos podemos servirlo con azúcar glasé por encima, una porción de nata montada o incluso helado de vainilla.
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