La harina y yo no hacemos demasiadas buenas migas. En su día hasta me costó cogerle el punto a la masa de pizza, que mira que es fácil. Confieso que cuando metí estos mini buñuelos de queso gruyer en el horno no tenía muy claro qué iba a salir. Y eso que había seguido las proporciones de la receta --de un libro de recetas de fiesta que os enseñaré pronto-- al pie de la letra.
Para mi sorpresa salieron riquísimos. Esponjosos, sabrosos y ligeros al mismo tiempo, tanto que la docena que preparé voló de la bandeja mientras se acababan de cocer las señoras lentejas que venían después del aperitivo.
Lo primero que debemos hacer es preparar la masa. Para ello calentamos la leche, el agua y la mantequilla en un cazo. Cuando rompa a hervir añadimos la harina y mezclamos hasta que la masa adquiera una textura espesa. Añadimos uno de los huevos y una pizca de sal, mezclamos bien y dejamos enfriar.
Mientras se enfría la masa, ponemos el horno a precalentar a 225ºC y rallamos el queso en hilos finos. Cuando se haya enfriado la masa, incorporamos el huevo que falta y tres cuartas partes del queso.
En una bandeja con papel de hornear y la ayuda de una manga pastelera, repartimos la masa en 12 unidades, a las que daremos forma de bola con la mano incorporando el resto del queso rallado (así no se nos pegará la masa a las manos). Horneamos durante 15 minutos a 225ºC y ya podemos servir.
Con qué acompañar los mini buñuelos de queso gruyer
Como he comentado al principio, los mini buñuelos de queso gruyer son ligeros y sabrosos al mismo tiempo. Un aperitivo perfecto para una comida copiosa ya que entretienen al paladar sin llenar el estómago.
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