Los fines de semana son el mejor momento para dedicar un día fresco a hornear en casa. Los bollitos más dulces, de forma ocasional, reconfortan y alegran desayunos y meriendas, sobre todo en buena compañía. Estos panecillos enrollados son perfectos para novatos y se pueden variar con el relleno y la forma que más nos guste.
La masa no es demasiado dulce porque ya va rellena de mermelada, que en este caso es casera de ciruelas claudias. Por supuesto, podéis emplear el sabor que más os guste, o incluso cambiar la fruta por una crema de chocolate o, para los más golosos, dulce de leche. Hay que ser generosos: parte de su encanto está en chuperretearse los dedos pegajosos después de comerlos.
Calentar la leche ligeramente en un cazo, con la vaina de vainilla abierta en caso de utilizarla. Dejarla reposar hasta que esté templada y ponerla en un recipiente amplio. Añadir la mantequilla, el huevo y la esencia de vainilla si la empleamos. Batir con unas varillas,** añadir el azúcar y batir un poco más**.
Mezclar aparte la harina con la levadura, echar sobre los líquidos y trabajar la masa añadiendo la sal, hasta que quede lisa y homogénea. Poner en un cuenco engrasado, tapar y dejar levar hasta que doble su tamaño, entre 1 y 2 horas.
Precalentar el horno a 200º C y preparar un par de bandejas. Deshinchar ligeramente la masa y formar una bola de nuevo. Estirar con un rodillo hasta conseguir una forma rectangular fina, de unos 50 cm de largo.
Distribuir unas cuantas cucharadas de mermelada al gusto, sin llegar a los bordes. Enrollar desde uno de los extremos largos y cortar porciones de unos 3-4 cm de ancho. Colocar las espirales, separadas por unos 3 cm, en las bandejas. Dejar reposar 10 minutos y hornear durante unos 10-15, hasta que se hayan dorado bien. Dejar enfriar sobre una rejilla.
Con qué acompañar los panecillos
Estos panecillos enrollados rellenos de mermelada son una delicia recién hechos, todavía calentitos, con la masa tierna y muy aromática. Aguantan un par de días si se guardan bien, aunque se resecarán un poco, nada que no solucione mojarlos en un vaso de leche. También se pueden congelar individualmente y disfrutarlos a lo largo de la semana, dejando que descongelen por ejemplo con el calor residual del horno.
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