Esta receta tradicional, famosísima en Bélgica y muy popular también en Francia, combina unos sabrosos mejillones al vapor con vino blanco acompañados de unas patatas fritas bien crujientes, es todo un símbolo de la cocina del norte de Europa.
Aunque también se disfrutan en el norte de Francia y otras regiones costeras de Europa, los moules frites o mejillones con patatas fritas son uno de los platos más emblemáticos de Bélgica. Una propuesta sencilla, sabrosa y perfecta para compartir, cuya combinación de mejillones al vapor cocinados con vino blanco, ajo y chalotas, junto con unas patatas fritas doradas y crujientes, ha conquistado paladares de todo el mundo.
Es un plato fácil de preparar, perfecto para una cena especial o una comida informal con amigos. Y si lo acompañas de una buena mayonesa u otras salsas, tendrás una experiencia gastronómica completa.
Primero freímos las patatas por tandas en aceite bien caliente hasta que queden bien doradas. Las dejamos escurrir en papel absorbente de cocina.
Mientras se van friendo las últimas tandas de patatas, pelamos y picamos finamente las chalotas. Derretimos la mantequilla en una cazuela, y cocinamos la chalota 5 minutos a fuego medio.
Subimos el fuego, agregamos el vino, y dejamos que el alcohol se evapore durante 3 minutos. Agregamos los mejillones y el jugo de limón, tapamos la cazuela, y cocinamos durante 5 minutos hasta que los mejillones se vayan abriendo.
Retiramos la cazuela del fuego, agregamos la ralladura de limón y el perejil, y removemos antes de servir.
Con qué acompañar los moules frites
Nada mejor que tus salsas favoritas para mojar las patatas fritas. En nuestro caso, como lo manda la tradición belga, optamos por mayonesa casera y mostaza. Con un buen pan en la mesa y una ensalada, tienes el menú de verano completo.