En casa se comen lentejas todas la semanas, costumbre que adquirí de mi madre y ella, a su vez, de mi abuela. Siempre me ha fascinado que sus platos les salieran siempre exactamente idénticos de sabor, haciéndolos a ojo e incluso cambiando la marca de la legumbre, variando únicamente la cantidad y variedad de verduras. Yo no aspiro a hacerlas tan ricas, pero cuando no me quiero complicar aplico la fórmula más básica del mundo para asegurarme de que salgan más que dignas.
Más allá de las lentejas guisadas tradicionales, la receta de lentejas al curry me gusta porque apenas hay que memorizar una cantidad: 90 gramos de lentejas en seco por persona, si buscas un plato único bien saciante. Y no resulta pesado, pues es una versión de las lentejas estofadas sin grasas que tantas alegrías también nos han dado cuando queremos cuchareo más ligero.
Solo hay que añadir a la fórmula las verduras que haya por casa o que nos apetezca en ese momento: zanahoria, calabacín, pimiento, cebolla, calabaza, boniato, patata, chirivía, setas... en la proporción que nos apetezca, y rehogarlas con ajo picado al gusto, una hoja de laurel y entre media y una cucharadita de curry molido. Se añaden las lentejas, agua o caldo según nos gusten más o menos caldosas, y a cocer.
Funciona la fórmula con lentejas pardinas, castellanas, beluga o de Puy, y el curry que más nos guste, picante o no. La mezcla de especias que suele llevar el curry típico ya preparado del súper no solo agrega sabor y un aroma que le va de maravilla a esta legumbre, también las hace más digestivas.
Aunque yo recomendaría doblar o triplicar cantidades siempre, pues por mucho que estemos solos en casa para comer, las sobras de los guisos de legumbres siempre son agradecidas.