Tanto a los amantes del café como a quienes solo buscan su poder energizante, cuándo y cómo tomarlo es una cuestión que genera dudas sobre cómo maximizar sus efectos sin interferir en los patrones de descanso. Nos preocupa cuándo es mejor dejar la cafeína a un lado para que no nos robe el sueño nocturno, pero también puede participar en el poder reparador de la siesta.
Sabemos que el consumo regular de buen café puede tener muchos beneficios saludables y que la cafeína ejerce una acción estimulante, capaz de mantenernos despiertos y alerta, reduciendo el cansancio físico y mental. Sin embargo, los excesos siempre son malos y la cafeína no siempre es bienvenida, lo que deja a mucha gente optando por la versión descafeinada en el café de la sobremesa.
Aunque un mismo café no afecta a todo el mundo por igual, sí podemos afirmar que cuánto tomar y, especialmente, cuándo, tendrá unos efectos determinados en nuestro organismo, y podemos usarlo a nuestro favor según nuestros intereses.
Café y siesta, pareja perfecta
Hace tiempo que la ciencia, usando la cronofarmacología como base, desveló que la mejor hora para tomar el café de la mañana no es justo al despertarnos, que es cuando generamos grandes cantidades de cortisol, la conocida como hormona del estrés. Si ingerimos cafeína justo en ese momento, esta puede afectar a la segregación de dicha hormona, privándonos de su poder energizante para la jornada.
Por eso, para beneficiarnos del empujón del café por la mañana, lo mejor es tomar la primera taza una hora después de despertarnos, cuando los niveles de cortisol disminuyen. ¿Y qué ocurre con el típico café de sobremesa?
Salvo que hayamos comido tardísimo y pretendamos acostarnos muy temprano, un inofensivo café no nos privará del sueño nocturno. Y si lo que nos interesa es renovar las energías con una nueva dosis de cafeína, nada mejor que combinarlo con una siesta.
También son muchos los estudios científicos que han investigado sobre los posibles efectos reparadores de las siestas durante el día, y cómo deben ser para potenciar sus beneficios. Si bien depende un poco de cada persona y su estilo de vida, lo más recomendable es ceñirse a una siesta corta (power nap), de al menos 10 minutos, pero no más de media hora.
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Así lo explica el médico, divulgador y experto en endrocrinología Antelm Pujol: la ciencia apunta a que una siesta de 15-20 minutos puede aumentar el rendimiento cognitivo y deportivo. Para evitar que caigamos en un sueño profundo y nos despertemos al ponerse el sol, el café será nuestro aliado perfecto.
Los estudios demuestran que el pico mayor de cafeína en el organismo se producen a los 20 minutos de su ingesta, justo a tiempo para despertarnos y combinar sus efectos reparadores con el del sueño. Y a seguir con nuestra jornada con energías renovadas.
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