Las galletas rellenas tuvieron una gran presencia en mi adolescencia y última etapa de la niñez. Me fascinaban y me parecían el no va más de la alimentación, una inteligente evolución de esas galletas con nombre de Virgen, que eran casi las únicas que se desayunaban en esos tiempos. En un principio se trataba de galletas rellenas de chocolate, y más tarde, mucho más tarde, llegaron unas pequeñas cookies negras como el tizón que lucían un generoso corazón blanco.
Y sobre la manera de comerlas se ha escrito mucho, que si mordiendo los bordes, que si separando las galletas, que si de un bocado, o sumergidas en leche. Dipr Cookie Spoon es una mezcla de caña de pescar y cucharilla, que adosada a la galleta como si fuera un diábolo, asegura poder mojarlas en leche sin mancharse los dedos.
Vamos, que es el colmo de la pulcritud y la manía, fruto de la frustración de su creador al resbalar la enésima galleta de sus dedos e ir a parar a una piscina de leche. Una suerte de cuchara que encaja su arco en la zona en la que va el relleno, permitiendo, en un gesto que recuerda a la pesca con mosca, empaparla de una manera aséptica y libre de accidentes. ¿Lo veremos en las tiendas de todo a un euro? Al tiempo.
Vía | Gizmodo
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